Como lo menciona en su escrito Día Mundial de los océanos 2019 el Ing. Tito Fenech, desde el 08 de junio de 2009 se viene celebrando este día, y aprovechando esa circunstancia, he querido resaltar un hecho que viene muy de la mano con dicha efeméride, y es que al hablar de los océanos, no debemos olvidar mencionar que estos guardan en sus profundidades elementos que conocemos como Patrimonio cultural subacuático y que desde el año de 1996 se elaboró la Carta Internacional sobre la protección y la gestión del Patrimonio Cultural Subacuático, siendo ratificada por la decimo primera Asamblea General del ICOMOS (Organismo de UNESCO) en la ciudad de Sofía, mes de Octubre del mismo año.
Al día de hoy, según la Convención de la UNESCO sobre Protección del Patrimonio Cultural Subacuático del 2001 se entiende por este patrimonio “todos los rastros de existencia humana que tengan un carácter cultural, histórico o arqueológico, que hayan estado bajo el agua, parcial o totalmente, de forma periódica o continua, por lo menos durante 100 años y que tengan un carácter cultural o histórico”.
Y es que la importancia que tiene esta variante del Patrimonio, debe ser adecuadamente protegido y gestionado, tanto en las aguas interiores como las cercanas a las costas de todo el mundo, en los mares poco profundos y en los océanos de gran profundidad. En ellos es posible encontrar, restos de pueblos sumergidos, ofrendas de todo tipo, embarcaciones también de todo tipo, objetos de diversa índole, que permiten comprender el desarrollo de una civilización y en general de la humanidad entera.
En la Carta de Restauro mencionada, se define entonces al “patrimonio cultural subacuático, como el patrimonio arqueológico que se encuentra en un medio subacuático o que ha sido removido de él. Incluye sitios y estructuras sumergidas, zonas de naufragios, restos de naufragios y su contexto arqueológico y natural”.
¿A quien pertenece toda esa riqueza?, desde luego, a la raza humana, por lo que se trata de un recurso internacional. Pero se da la circunstancia de que la mayor parte del patrimonio cultural subacuático se encuentra en aguas internacionales dada la necesidad que tuvieron las civilizaciones y pueblos antiguos de intercambiar bienes y mercancías, e incluso personas, como en el caso triste del comercio de esclavos, así como de comunicarse de manera internacional, usando como es sabido, los barcos como medio de transporte y gestores de dichos intercambios y comunicaciones, no siendo pocos los que se perdieron con su contenido y tripulantes, muy lejos de sus lugares de origen o destino.
Es cierto, debemos proteger los océanos y no descuidar su aprovechamiento y desarrollo, tampoco se nos debe olvidar que al hacerlo siempre hay tener presente que el patrimonio cultural subacuático no es eterno ni es renovable. Es responsabilidad de todos asegurar su cuidado y permanencia.
“El patrimonio cultural subacuático contribuye a la formación de la identidad y puede servir para afirmar el sentido de pertenencia de los miembros de una sociedad. Si se administra con sensibilidad, el patrimonio cultural subacuático puede jugar un papel positivo en la promoción de la recreación y el turismo”. Palabras acertadas en el cuerpo de la carta de Restauro y que tienen vigencia para nuestros día, no ha cambiado ni un ápice de esta premisa.
Y es que muchas de las actividades que se desarrollan en el mar y costa, que son en sí mismas beneficiosas y deseables, pueden tener consecuencias desafortunadas para el patrimonio cultural subacuático si no se prevén sus efectos y si no son debidamente supervisadas y gestionadas.
Así podemos ver desde la perspectiva de nuestra disciplina, la cual va muy íntimamente ligada al desarrollo de la infraestructura y servicios, que no es mala idea llevar a cabo nuevos desarrollos y proyectos de gran envergadura como zonas hoteleras, marinas mercantes o recreativas, bodegas de desembarco y guarda de mercancías, etc. Pero el patrimonio cultural subacuático puede estar siendo amenazado por esas construcciones que alteran las costas y los lechos marítimos, el flujo de las corrientes, amenazada por los sedimentos productos de procesos industriales y demás agentes contaminadores, o por la sobrexplotación de los recursos naturales como los manglares, bosques petrificados o rías, con el pretexto de fines turísticos.
Ojalá que en estas fechas en las que celebramos a los vastos y ricos océanos, recordemos lo que guardan en su interior y seamos agentes de cambio y guardas de su preservación y cuidado, empezando tal vez, con pequeñas pero firmes acciones y difundiendo el conocimiento, combatiendo la ambición desmedida de unos cuantos que pretenden lucrar con ello y beneficiarse a expensas de muchos.
Para ello contamos con la Carta de Restauro del Patrimonio Cultural Subacuático, para conocer la metodología a seguir en la gestión especifica de este tipo de patrimonio.
Como profesionales de la ingeniería civil y ciencias afines y complementarias, debemos cuidar las formas y promover y preservar todo lo referente a este bien que nos pertenece a todos, al igual que los Océanos que lo resguardan.