“La planificación a largo plazo no es pensar en decisiones futuras,
sino en el futuro de las decisiones presentes”
Peter Drucker
Generalmente utilizamos el término Infraestructura, cuando nos referimos al conjunto de obras públicas, instalaciones, instituciones, sistemas y redes que sostienen el funcionamiento de ciudades y países.
La infraestructura a gran escala es crucial para el desarrollo económico y social de una región o país, ya que facilita el transporte de bienes y personas, concede el acceso a servicios básicos, la producción de energía, la comunicación y mejora en general la calidad de vida de la población.
Durante el último año hemos venido enterándonos –mediáticamente– sobre proyectos de gran envergadura para el desarrollo regional, pero hasta la fecha, ninguno proporciona claridad ni da certeza, debido a la falta de transparencia sobre su contenido, alcances, plazos, impactos y montos determinados de inversión.
Las libertades y derechos que gozamos como ciudadanos nos permiten aventurarnos unos y cuestionar los otros, sobre lo que debemos exigir a quienes de manera reservada y anteponiendo un velo, nos anuncian obras que ofrecen solucionar el enigma del bienestar e insertarnos mágicamente en el mismísimo primer mundo.
Lo que resulta una máxima, es extraer quirúrgicamente del ámbito de las especulaciones, aplausos y declaraciones a modo y manera, todo lo que se difunde y presume, lo cual solo se consigue analizando prolijamente con datos duros y estudios serios, que den credibilidad y confianza a la sociedad, a la quien, por cierto, pertenecen los recursos que se invertirán.
Magnos proyectos que buscan superar grandes obstáculos con significativos recursos públicos y riesgos exigen un trabajo cohesivo y en equipo, e independientemente de cualquier categoría de infraestructura, es decir, dura, blanda o crítica, requiere que cada proyecto de inversión se base en cimientos firmes.
COMPLEMENTOS.
La rentabilidad de un proyecto va más allá de los números económicos, es imperativo considerar su impacto social y bienestar, ya que los beneficios tangibles e intangibles generan un valor duradero para la sociedad.
Esta visión integral nos obliga a analizar no solo los retornos financieros, sino también los efectos de una inversión en la calidad de vida, el medio ambiente y el desarrollo sostenible.
Antes de iniciar un proyecto, especialmente uno de infraestructura estratégica, es crucial aplicar herramientas de planificación para entender el contexto y tomar decisiones fundamentadas. Dos metodologías clave son la Matriz FODA y la Metodología FEL (Front-End Loading)
La FODA permite identificar las Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas de un proyecto, y fundamentalmente, su valor reside en estructurar un análisis de factores internos y externos, proporcionando una visión clara de los elementos que pueden impulsar o poner en riesgo el éxito.
Por otro lado, la FEL es un enfoque de gestión previo a la ejecución, especialmente en inversiones a gran escala, cuyo propósito es asegurar una planificación sólida mediante una evaluación detallada del alcance, costos, cronograma y riesgos.
Se divide en tres fases secuenciales, cada una validada por un comité especializado, lo que reduce la incertidumbre, optimiza recursos y fortalece la toma de decisiones.
Ambas herramientas mejoran la calidad de la planificación y la eficiencia en la ejecución de obras y en el ámbito de la infraestructura, como los puertos, estas herramientas son aún más relevantes.
La inversión portuaria no solo mejora la logística y el comercio exterior, sino también estimula el crecimiento económico, genera empleo y aumenta la competitividad regional y nacional, actuando como motor de desarrollo al facilitar acceso a mercados y bienes a menor costo.
Un aspecto crucial es el “hinterland”: definido como el área interior conectada al puerto por redes terrestres. Contar con un hinterland bien desarrollado amplía la cobertura del puerto y su capacidad para atraer tráfico, incidiendo directamente en su competitividad.
Es urgente identificar estas zonas de intercambio, que requieren grandes extensiones para conexiones multimodales adecuadas, algo que a todas luces escasea en Progreso.
La competitividad portuaria tiene un doble efecto, si bien mejora el acceso a productos y mercados globales, también puede desplazar a empresas locales menos eficientes, sin embargo, los beneficios generales suelen superar los riesgos, siempre que se implementen políticas de redistribución de beneficios adecuadas.
En un mundo cada vez más interconectado, donde la infraestructura define la competitividad de las naciones, la planificación estratégica no es una opción, sino una obligación ética, económica y social.
“Con todo respeto”, dejemos claro que, sino se tiene la planificación y los estudios completos, tendremos resultados fallidos como las últimas obras faraónicas que conocemos.
Corolario.
“La verdadera rentabilidad de un proyecto está en su capacidad de transformar positivamente la realidad de las personas a las que sirve”
- Fotografía en portada de Anton Lukin a través de Unsplash.