Trasladarse de un lugar a otro es una de las experiencias más enriquecedoras que podemos experimentar en la vida, empero lo más significativo de un viaje, no radica en hacer una lista para simplemente visitar lugares turísticos, culturales o recomendados.

Antes bien, el verdadero sentido de viajar se encuentra en la posibilidad de conocer, aprender y crecer como individuos, para que, explorando desde esta perspectiva, logremos transformar este simple acto, en una oportunidad para el desarrollo personal y la comprensión cultural.

Es importante distinguir que existen al menos tres diferentes “estilos” para cada viaje que, sin diferencia de distancias ni destinos, sino solamente extrayendo lo esencial durante cada oportunidad, podríamos considerarlos como: (I) los culturales, (II) los que encierran una visión desde una perspectiva de nuestra formación profesional, y (III) los de trabajo.

I. Culturales.

Uno de los aspectos más destacados de viajar es la oportunidad de sumergirse en otras culturas, pues cada lugar que visitamos tiene su propia historia, tradiciones y costumbres.

Interactuar con los habitantes locales, probar su gastronomía, y participar en sus festividades, nos posibilita una comprensión más profunda de su forma de vida, lo cual nos ayuda a desmantelar estereotipos y prejuicios, promoviendo una mentalidad más abierta y receptiva hacia la supervivencia de nuestras comunidades.

Viajar también es una vía para el autoconocimiento y el crecimiento personal pues al enfrentarnos a situaciones desconocidas, como la barrera del idioma o la falta de familiaridad con un entorno, nos vemos obligados a salir de nuestra zona de confort.

Lo anterior fomenta la resiliencia y la adaptabilidad, que son dos habilidades esenciales en el mundo actual.

Cada desafío superado durante un viaje se convierte en una lección valiosa que contribuye a nuestra madurez emocional y mental.

Cuando viajamos, a menudo nos alejamos de nuestras rutinas diarias, lo que nos brinda una oportunidad para reflexionar sobre nuestras vidas y prioridades. La distancia, tanto física como emocional, nos permite adoptar una nueva perspectiva sobre nuestros problemas y preocupaciones cotidianas, en muchos casos, esto nos lleva a apreciar lo que tenemos y a reconsiderar lo que realmente valoramos en la vida.

Los viajes son también una oportunidad para establecer conexiones significativas con personas de diferentes orígenes, ya que estas interacciones pueden enriquecer nuestras vidas y desafiarnos a ver el mundo desde diversos ángulos.

Las amistades forjadas en el camino o las conversaciones profundas con extraños pueden ofrecernos visiones internas muy valiosas y enseñanzas que trascienden las barreras culturales.

 II. Visión profesional.

Al visitar cualquier sitio, resulta inevitable observar, además, desde mi perspectiva como Ingeniero Civil, todas las obras de infraestructura y patrimonio construidas.

Esta observación nos lleva a discernir la forma y manera en cómo han abordado los problemas de movilidad y abastecimiento en comparación con lo que hemos estudiado o experimentado en nuestro entorno habitual.

Es fundamental en cualquier localidad, reconocer los proyectos que se han gestionado adecuadamente, pues esto nos ofrece un referente claro para poder contrastar con los déficits que persisten y requieren de nuestra atención.

La infraestructura es un pilar esencial en el desarrollo de cualquier sociedad, ya que impacta directamente en la calidad de vida de sus habitantes, sin embargo, es evidente que hay una deuda significativa en la ejecución de obras prometidas.

Muchas de estas obras, que se han promovido como grandes logros, no han alcanzado su culminación o funcionalidad óptima, a pesar de los altos costos que han implicado.

Este escenario nos lleva a reflexionar sobre la importancia de una gestión eficiente y transparente en la planificación y ejecución de proyectos de infraestructura para que, de esta manera, podamos contribuir efectivamente a cerrar las brechas existentes y asegurar que los recursos invertidos generen los beneficios esperados para la sociedad.

Al conocer y aprender sobre los lugares que visitamos, también adquirimos una responsabilidad hacia ellos ya que un viajero consciente, se convierte en un embajador de la sostenibilidad, promoviendo la importancia de preservar las culturas y los entornos.

Apoyar negocios locales, participar en actividades responsables y respetar las reglas del lugar nos conduce a contribuir al desarrollo positivo de las comunidades que visitamos tanto como debemos hacer en nuestros lugares de origen para avanzar a mejores niveles de bienestar colectivo e individual.

III. Trabajo.

En ocasiones los viajes corresponden a diligencias por motivos de trabajo, lo cual proporciona un limitado tiempo para la observación, ya que se asiste a trabajar y cumplir con una agenda laboral, no obstante, en los trayectos a las citas podemos apreciar someramente los dos estilos de viaje arriba mencionados.

En resumen, viajar es mucho más que simplemente recorrer destinos turísticos, es un proceso de conocer y aprender que tiene el potencial de enriquecernos en múltiples niveles, pues nos ayuda a comprender y respetar la diversidad cultural, fomenta nuestro crecimiento personal y nos brinda oportunidades únicas para establecer conexiones humanas significativas.

A medida que exploramos el mundo, también profundizamos en nuestra comprensión de nosotros mismos y del lugar que ocupamos en un mundo interconectado.

Por tanto, es fundamental abordar cada viaje con una mentalidad abierta y curiosa, dispuestos a absorber y aprender de cada experiencia para mejorar no solo como viajeros, sino como seres humanos.

Corolario.

“Viajar es indispensable para evaluar y contrastar nuestros avances”

  • Fotografía en portada tomada de la biblioteca personal del Ing. Alfonso Alberto González Fernández.