Como cada tres o seis años, fieles al rito que imponen las campañas electorales para renovar alcaldes, diputados, senadores e inclusive al presidente de la república, se nos avizora un particular escenario.
Tenemos que estar atentos para transitar por este largo período (oficial) durante el cual escucharemos y veremos cualquier cantidad de propuestas, reales unas y de fantasía muchas otras. Lo conveniente será conocer para garantizar su pertinencia a todas ellas, es decir aterrizarlas. Veamos.
Costumbres.
A saber, existen al menos tres diferentes grupos que toman parte en este ejercicio. Por un lado, se tiene un primer grupo en donde la muy arraigada tanto como sesgada opinión, pero, sobre todo, la temeraria actitud de algunos de sus integrantes quienes se manifiestan fervientemente a favor de los candidatos con quienes se identifican y que además justifican a ultranza y, sobre todo, los defienden a capa y espada.
El segundo grupo es donde se encuentran quienes se dedican a contraponerse al oficialismo y no distinguen el blanco del negro, sino que actúan por sistema en contra de todo. Estos ni siquiera pudieran ser calificados como opositores políticos reales sino más bien, se oponen y hasta entorpecen cualquier propuesta de mejora sin importar procedencia. Son críticos sin propuestas y contrarios a cualquier proposición o idea que se ponga sobre la mesa para avanzar.
El tercer grupo y tal vez el menos numeroso y discreto, lo integran quienes analizan las diferentes propuestas y “ofertones” de campaña, para luego sufragar en el sentido de su elección.
Para una sociedad como la nuestra, en donde la incipiente democracia que estamos construyendo, de hecho, resulta por demás indispensable enterarse, conocer, analizar y sobre todo participar, para nutrirse e identificar las mejores propuestas y los mejores candidatos.
Debemos dejar claro que las campañas se ganan con votos y no solo con propuestas, por lo que, en paralelo con la decisión sobre el sentido de nuestro voto, tenemos que acompañar y vigilar los procesos electorales y a las mismas autoridades encargadas de llevarlo a cabo.
Es nuestro deber exigir en todo momento la transparencia que el proceso debe tener y que nosotros los ciudadanos nos merecemos.
Aplicar las leyes es un asunto y ver que se cumplan es otro cercano, pero no igual, así que, en estricto uso de nuestro libre albedrío, debemos decidir el sentido de nuestro sufragio sin perder de vista y vigilar el cumplimiento de nuestras leyes las cuales vienen en paralelo y son nuestro derecho.
El nivel.
Sin duda que en la medida de que vayamos conociendo todas esas ofertas, será más preciso nuestro voto.
De ninguna manera puede escatimarse ni mucho menos criticarse a quienes participen y asistan para enterarse de las propuestas de los diferentes candidatos y sus partidos políticos, al contrario.
Asistir para conocer y evitar intermediarios, de ninguna manera compromete el voto por nadie o para alguien.
Inclusive, puede resultar que, al efectuar nuestros análisis, el voto sea diferenciado, es decir, se proceda de manera aleatoria para candidatos y partidos contrarios en la elección, pero que las propuestas sean las que satisfagan al elector.
Empero, un aspecto importante es tener presente que, en ocasiones, decantarse por un solo partido, ha generado mayorías que actúan de manera apabullante y dejan de lado a minorías que son vencidas o exterminadas, no por razones, sino por el oprobio del “mayoriteo” cuyo abrumador número constituye su fuerza bruta.
Esta costumbre, es la que obstruye con su poder cualquier participación de las minorías, pues se limita a aplicar su cantidad sin consideraciones y mucho menos razones, actuando como bloque de lacayos.
Existen ejemplos de gobiernos que nos permiten distinguir las ventajas de un resultado obtenido a través de un voto meditado y diferenciado, el cual propicia un equilibrio de poderes y obliga a los actores políticos a recurrir al llamado “cabildeo” entre los partidos políticos.
El cabildeo (lobbying) no es otra cosa más que impulsar y comprometer a que se gestionen y negocien de una mejor manera, con la interacción de todas las partes, cualesquiera de las acciones de gobierno.
De esa manera las decisiones que la administración pública quiera instaurar deberán considerar a las minorías y todos los demás actores de la sociedad civil, lo que es, sin duda, lo más conveniente.
En términos coloquiales podríamos decir que sería mejor no poner todos los huevos en una misma canasta.
Debemos aprovechar como ciudadanos la libertad que hoy gozamos en nuestro país para elegir libremente a quienes serán los responsables de la conducción de nuestros destinos, lo que implica saber escuchar y participar con todos, para luego poder decidir.
Las críticas deben ser constructivas para todos los candidatos, quienes deberán ser receptivos y asertivos para saber intercalar propuestas de todos a quienes dicen les preocupa e interesa servir, pues lo que todos demandamos y requerimos, es progresar y eso, no debe tener colores.
Así que, con plena libertad, participemos, escuchemos, propongamos y decidamos lo más conveniente en lo particular con una perspectiva social y de beneficio colectivo.
Y por favor, seamos constructivos.
Corolario.
“Escuchar y asistir a todos, no compromete el sufragio”