La industria de la construcción se está modernizando, continúa evolucionando; se requieren cada vez más y mejores materiales, equipos y personal para cumplir con las exigencias de los proyectos que, sin darnos mucha oportunidad de sentarnos a contemplar el vacío, se muestran cada vez más con nuevos y mayores retos. El mundo digital y la tecnología nos absorben cada día más y nos encontramos en ese punto en el que, o nos adaptamos o nos quedamos atrás.

Dentro de los desarrollos que se han estado trabajando últimamente con más fuerza, generalmente mediante fuertes alianzas entre la academia y la industria, se encuentra la impresión de objetos en 3D. Esta tecnología ha sido generalmente confinada a objetos relativamente pequeños de complejidad indistinta, mientras que la impresión de elementos arquitectónicos de gran tamaño aún no termina de aterrizar.

La Universidad Técnica de Eindhoven, en conjunto con ROHACO en Dinamarca, construyeron hace unos años una impresora 3D con un costo de 650,000 euros, financiada por la Universidad en conjunto con 10 compañías. Esta máquina mide 11x5x4 m y consta de una grúa con capacidad de moverse de manera muy eficiente en todas direcciones, un mezclador de concreto, una bomba y un inyector. Uno de los investigadores que lidera el proyecto le llama al material utilizado “Concreto 2.0”. El principal reto en el desarrollo de los materiales empleados en este proceso constructivo, tiene que ver con las propiedades en estado fresco del compuesto, sobre todo su reología; es decir, su capacidad para fluir, consolidarse adecuadamente y así soportar la siguiente capa de material sin deformarse, asegurando una correcta transferencia de carga entre capa y capa.

El proceso que se tendrá que llevar a cabo para cumplir el objetivo de esta innovación en construcción, dará lugar a un sinfín de formas, materiales, colores, texturas, resistencias, comportamientos mecánicos y demás propiedades, de manera que, resolviendo los principales problemas que anteceden a la implementación de esta tecnología, se puede proyectar y edificar lo que quieras, como quieras.

Por supuesto que el ingreso de esta tecnología al mercado tendrá una cierta resistencia y en definitiva, aún le falta mucho por resolver; pero justo como ha sucedido con los materiales para impresión 3D convencional, donde el día de hoy cualquiera puede tener una impresora 3D en casa, el proceso se irá perfeccionando y los materiales irán adquiriendo más y mejores propiedades y costos de producción. Durante el proceso de caracterización de este proyecto de innovación constructiva, se identificarán segmentos en el mercado donde su aplicación tenga la mejor relación costo-beneficio, reinventando de primera mano los elementos prefabricados que vemos hoy en día, creando formas mucho más orgánicas y adaptando los procesos constructivos tradicionales a las nuevas capacidades de estos nuevos materiales, para luego formar parte de sistemas constructivos híbridos que buscarán esta tecnología para reducir costos y maximizar sus tiempos de operación.

Todo desarrollo tecnológico lleva consigo una carga muy fuerte, pues el impacto al mercado y a la industria siempre generará repercusiones que deben ser consideradas y analizadas debidamente. Estemos al pendiente, que este desarrollo tecnológico podría sorprendernos en cualquier momento.