Sin lugar a duda, las inundaciones sucedidas en Ciudad Insurgentes, Baja California Sur, como resultado de las lluvias de los días pasados es consecuencia de un crecimiento sin una planificación adecuada. Tenemos que entender que las condiciones urbanas están cambiando en nuestro estado, y si bien es cierto que a nivel mundial se espera que para el año 2050 al menos 70% de la población estará viviendo en zonas urbanas, en nuestro estado eso podría adelantarse debido a características locales, es decir, en la próxima década, para el año 2030, se espera que la población de Baja California Sur que esté viviendo en zonas urbanas llegue al 90%. Sumado a esto tenemos el cambio climático, el cual nos ha generado que cada año, tanto las condiciones climatológicas como los fenómenos naturales, se presenten de forma más extrema.

Ante tal situación debemos aceptar varias cosas. Primero, las condiciones demográficas están cambiando en nuestras ciudades, teniendo un crecimiento que vuelve más compleja la mancha urbana, desde la dotación de servicios básicos hasta la interacción de la vida cotidiana de sus habitantes, modificando la traza urbana y con ello por ejemplo, las condiciones anteriores del drenaje pluvial urbano alguna vez proyectado. Segundo, las obras de infraestructura serán más complejas y tendrán repercusión sobre mayor área urbana y por ende mayor población. Tercero, estas obras de infraestructura serán cada vez mayores y más costosas, por lo que se deberá garantizar su correcto funcionamiento y durabilidad, pensando con visión de mediano a largo plazo.

Por ello debemos invertir en la planificación urbana, la apuesta debería de ser a fortalecer los institutos municipales de planeación, los cuales en su mayoría al día de hoy no están en su fase optima e incluso no existen en todos los municipios del estado. Brindarles autonomía, presupuesto y personal para que puedan llevar a cabo la planeación estratégica para lo cual han sido diseñados, que sean tras sexenales, pues en materia de planificación urbana, hablar de una planificación a 5 o 10 años por ejemplo es una visión demasiado corta. Con ello podríamos lograr que la inversión en obra pública no obedezca a ocurrencias del ejecutivo en turno, y por el contrario, obedezca a una planificación adecuada, teniendo en claro que cualquier obra que realicemos, además de generar un impacto inmediato, lo hará a mediano y largo plazo, y no solo durante los tres años que dure una administración municipal.

El esfuerzo también debe enfocarse en actualizar la normatividad en materia de desarrollo urbano y construcción y adecuarlo a estas nuevas condiciones demográficas  y urbanas que estamos viviendo, desde los Programas de Desarrollo Urbano, Atlas de Riesgos y Peligros Naturales hasta el Reglamento de Construcciones y de Fraccionamientos. Y como se mencionó anteriormente la nueva complejidad creará nuevas condiciones así también creará nuevas figuras claves de actuación, en específico debemos ya introducir a nuestro estado la figura de Corresponsable de Obra en Hidrología, con reglas de intervención y actuación claras y bien definidas. Paras ello debemos lograr que las CADRO (Comisión de Admisión de Directores de Responsables de Obra y Corresponsables de Obra) funcionen correctamente y sean más estrictas en el otorgamiento de registros a los peritos. Derivado de esto la profesionalización de los funcionarios y el correcto perfil en estos puestos técnicos es también clave para poder llevar a los ayuntamientos a afrontar los desafíos urbanos que estamos ya viviendo, la certificación profesional debe iniciar con estos y continuar con los peritos conocidos como Directores Responsables de Obra y Corresponsables.

  • Fotografía en portada de Kelly Sikkema en Unsplash.