La madera ha sido, es y será un material muy noble y elegante, es un material cálido y altamente resistente a esfuerzos de torsión, tensión, flexión y compresión, por ello fue muy empleado en la construcción tradicional o colonial. Hoy día, para aquellos que intervenimos predios históricos, coloniales o que tienen que ver con el ámbito patrimonial, sigue constituyendo un material clave pues Junto con la piedra, constituye uno de los materiales de mayor uso en las edificaciones históricas, no solo de nuestro país, sino en todo el mundo. Aunque claro, tiene mayor resistencia a la tensión o flexión que a la compresión, lo cual la hace un material muy eficaz para contener y absorber los momentos flexionantes a los que se ve sometida.

En la época prehispánica ya se empleaba la madera como material de construcción y como herramienta auxiliar en el transporte de grandes bloques labrados de piedra caliza, se empleaba también en funciones estructurales como  vigas y dinteles o jambas de los vanos de accesos, techumbres, etc. en edificios mayas tan importantes como la dos veces construida Ciudad de Uxmal o Chichen Itzá, etc. donde aun hoy es posible atestiguar su empleo y permanencia a pesar del paso de los siglos. Lo cual nos dice que además de versátil, es un material muy duradero.

Los antiguos constructores mayas y mestizos eran muy sabios y así conocían que el corte de la madera debería hacerse solo en determinadas y muy específicas épocas del año, para que la calidad de la madera fuese la adecuada al ser empleada en la construcción. No hay que olvidar que ellos se guiaban por las llamadas Cabañuelas y por las fases lunares, que aunque a muchos de los actuales constructores les parecen cosas frívolas y de poco sentido común, tienen un significado profundo y probado, pero ese no es el tema en esta ocasión.

Luego vino la Colonia y con ello las innovaciones tecnológicas y los cambios en los sistemas constructivos, de tal manera que es principalmente entre los siglos XVI y XIX, cuando el empleo de la madera se generaliza o sufre un boom, las especies más empleadas fueron el Cedro y el Puctè, para la fabricación de vigas madrinas o cargadoras, de secciones importantes tanto en ancho como en peralte, el Cedro también fue muy usado para la fabricación de puertas y ventanas, se empleaban asimismo el Chaktè, el Chucúm, el Bojòm y el  Cholúl para vigas secundarias, vigas de arrastre y para viguetillas, el Granadillo para rollizos, el Jabín para canes y otros ornamentos menores, para marcos, alfeizares y ventanas, así como Zapote o Chicozapote en general,  para vigas y rollizos. Cabe destacar que este último se “importaba” de las selvas campechanas, sobre todo en la zona chiclera y maderera de Los Chenes.

De hecho, para fines del siglo XIX, fue común la importación de madera de chicozapote, caoba y cedro campechanos, y el pino ya se traía desde los lejanos Estados Unidos de Norte América, vía marítima.

Foto: Archivo personal del Ing. Magdiel Leopoldo Cen Chab / Entrepiso de rollizos sosteniendo losa Bah-Pec / Casona particular del Centro Histórico de Mérida, Yucatán.

Lo cierto es que como quiera que fuese, en toda la Republica Mexicana, en sus centros históricos y predios más representativos, Iglesias, baluartes, portales, edificios de gobierno, torres de reloj, etc. la madera tiene una preponderancia innegable, en ese tipo de edificaciones, hoy por hoy, es necesario saber manejarla, preservarla, conservarla y protegerla. Al momento de intervenir un predio u espacio patrimonial, se deben tener cuidados extremos, ya que la humedad puede haber inducido daños a los elementos portantes como vigas cargadoras o de arrastre y a los ornamentales como canes, a los rollizos o viguetillas y en ocasiones es necesario reponer piezas de características y secciones similares. Es altamente recomendable tratar la madera actual o de reposición, con pentacloroferanol o algún otro material que combata a los xilófagos de la madera, vulgo: termitas o comején, así como aplicar capas de pintura de esmalte para recubrirlos y sobre todo en los extremos que normalmente van embebidos en el grueso o ancho de los muros de mampostería y por lo tanto, están expuestos a humedad y variación de temperatura y por ende, al ataque de los mencionados xilófagos.

No hay reglas escritas en cuanto a la manera de proceder en cada caso, la mejor maestra es la experiencia misma y la pericia se va adquiriendo en el quehacer cotidiano para todos aquellos que tienen que intervenir o interactuar con proyectos de restauración y o conservación de edificios históricos, pero hemos querido aquí sentar algunas bases y lineamientos que les permitan adentrarse en este interesante tema y ampliar su conocimiento y capacidad de acción.

Y es que no estamos tocando la parte que corresponde al trabajo fino en madera como pueden ser los retablos y las imágenes de santería que conforman un apartado fino del uso de la madera, así como la fabricación de muebles de época.

Mucho hay que decir sobre la madera, pero no he querido hacer cansado sino interesante este articulo, y despertar el interés en tan importante material, para todos aquellos que gustan del Patrimonio edificado y de las intervenciones al mismo.

Hasta próxima ocasión y tal vez abundemos sobre el tema más adelante.

  • Fotografia en portada: Archivo personal del Ing. Magdiel Leopoldo Cen Chab / Techo de viguetillas sobre vigas de carga ornamentadas con canes de madera / Ex Aduana de Sisal, Yucatán.