“Las excusas son herramientas de los incompetentes,

y quienes se especializan en ellas rara vez llegan lejos”

Jeremías 1

La expresión “tener pies de barro” evoca la imagen de una figura imponente cuya base es sustancialmente débil, destinada al colapso a pesar de su apariencia robusta.

Esta poderosa metáfora nos invita a reflexionar sobre nuestras vulnerabilidades para reconocer y saber abordarlas como el primer movimiento para construir una base firme que nos permita avanzar con pasos seguros hacia el futuro.

Esta alusión encuentra un inquietante paralelismo en numerosas obras de infraestructura que, erigidas con la promesa de progreso y desarrollo, se soportan sobre una cimentación precaria: la falta de planeación integral y estudios rigurosos.

Estas obras, que deberían ser pilares de crecimiento, se convierten en monumentos a la improvisación, al despilfarro y, en última instancia, a la decepción ciudadana.

La ausencia de una gestión adecuada desde la concepción misma del proyecto siembra las semillas de su vulnerabilidad.

Decisiones basadas en criterios políticos cortoplacistas, en lugar de análisis técnicos exhaustivos, conducen a diseños deficientes, a la subestimación de todo tipo de riesgos y a la omisión de las necesidades reales de las comunidades a las que supuestamente sirven.

Esta miopía estratégica se traduce en sobrecostos, retrasos interminables y, lo más grave, en obras que no cumplen su función o presentan fallas estructurales prematuras, exponiendo y decepcionando a la toda la población.

RASGOS

Un factor crítico que agrava esta situación es la exclusión sistemática de especialistas independientes.

Un gobierno verdaderamente abierto no se limita a la retórica de la transparencia, sino que activa mecanismos reales para incorporar la experiencia y el conocimiento de expertos ajenos a la administración.

La participación de estos profesionales, sin los sesgos inherentes a las estructuras gubernamentales, pueden ofrecer evaluaciones objetivas sobre la viabilidad técnica, económica y ambiental de los proyectos, señalando riesgos y proponiendo soluciones innovadoras.

La resistencia a esta inclusión, lamentablemente común, revela una cultura de opacidad y preferencia por rodearse de voces complacientes y lisonjeras en lugar de atender y escuchar críticas constructivas, asertivas e independientes.

La sombra ominosa y siniestra de la corrupción se cierne inevitablemente sobre estas “obras de barro”.

La falta de procesos transparentes y la ausencia de una supervisión rigurosa (a modo) abren las puertas a prácticas ilícitas, desde la asignación de contratos amañados hasta el inflado de presupuestos y el uso de materiales de inciertas características.

Este tipo de malversación de recursos públicos, no solo merma la calidad de la infraestructura, sino que también socava la confianza ciudadana en las instituciones.

La impunidad, es un cáncer persistente que corroe el tejido social, permitiendo que estos actos queden sin sanción, perpetuando un ciclo vicioso de ineficiencia y desfalco.

Para romper este círculo vicioso y construir una infraestructura sólida y sustentable, se requiere un cambio de paradigma fundamental.

ESTRATEGIAS.

Al menos tres estrategias con una visión a largo plazo pueden considerarse:

  1. Fortalecimiento de la Planificación Integral y Participativa: Implementando procesos de planificación rigurosos que involucren estudios multidisciplinarios exhaustivos desde la etapa de concepción, fomentando la participación activa de la sociedad civil, incluyendo a las comunidades afectadas.
  2. Transparencia y Rendición de Cuentas Efectiva: Establecimiento de mecanismos transparentes en todas las etapas del ciclo de vida de los proyectos, desde la licitación hasta la ejecución y la operación, implementando sistemas de supervisión independientes y robustos, con la participación de la ciudadanía y organizaciones de la sociedad civil, que garanticen la aplicación estricta de la ley y sanciones ejemplares de los actos de corrupción.
  3. Adopción de Criterios de Sustentabilidad: Incorporar criterios de sostenibilidad para todo diseño y ejecución de los proyectos, dando prioridad al uso de materiales locales y de bajo impacto ambiental, eficiencia energética y la gestión adecuada de residuos y la mitigación de los efectos del cambio climático, promoviendo la creación de infraestructura resiliente y adaptable a las condiciones futuras.

LAVATIVA.

La aplicación de sanciones punitivas ejemplares y la exhibición social transparente, emergen como antídotos cruciales contra la metástasis de la impunidad que erosiona y contamina toda gestión en infraestructura.

Cuando los responsables de desarrollar “proyectos de barro” enfrentan consecuencias legales severas, que van más allá de la inhabilitación administrativa para incluir cargos penales y resarcimiento económico, se envía un mensaje inequívoco a la sociedad: la corrupción no será tolerada.

La certeza de la sanción, acompañada de la transparencia en los procesos judiciales y administrativos, fortalece la credibilidad de las instituciones y restaura la confianza ciudadana, erosionada por años de impunidad.

En definitiva, superar la fragilidad de estos “gigantes con pies de barro” exige un compromiso inquebrantable con la planificación, la transparencia, la inclusión y la sustentabilidad.

Solo así podremos construir obras que verdaderamente impulsen el desarrollo y mejoren la calidad de vida de las generaciones presentes y futuras.

Corolario.

“Infraestructura sólida, base para un futuro confiable y sostenible”

  • Fotografía en portada tomada de la biblioteca personal del ICC Tito G. Fenech Cardoza.