Todo el país gira sobre sí mismo,
como si fuese el torno de un alfarero.
Ipu, príncipe egipcio en el papiro de las Lamentaciones (S XIII a. C)
La sociedad actual se caracteriza por su complejidad y dinamismo, donde la tecnología y la globalización tienen un papel relevante a un nivel tal, que amenazan seriamente la naturaleza, sus recursos y la convivencia entre ciudadanos.
Esa velocidad de cambios produce vértigo y en ocasiones hasta miedo, pero en otras tantas, nos genera un enorme malestar y desencanto, al descubrir que hemos sido timados, trampeados o hasta defraudados.
Tal vez el término “chamaqueados” se pudiera aprovechar, en el entendido que nuestra novatez o menoría de edad, fue utilizada para sacar ventaja por unos cuantos tramposos que, ante la evidencia de los hechos, nos pretenden revelar una especie de nuevos fantasmas para atemorizar.
Cuando lo que ocurre es consecuencia de falta de atención contrario a las advertencias, entonces no puede disimularse con ningún tímido gesto, como tampoco resulta ser válido tratar de demostrar sorpresa por algo inesperado o la aparición de un cisne negro.
El descuido o la falta de análisis por privilegiar ciertos proyectos anteponiendo el “bisne” y agandalle, está sacando a flotación la corrupción que cohabita en ellos, la misma que paralelamente genera impactos negativos como el incremento de temperatura y la mayor incidencia de los rayos solares entre otros.
Lo anterior desnuda el grave deterioro causado al medioambiente, por quienes tienen la supuesta responsabilidad de vigilar el cumplimiento y aplicación de la normatividad a la hora de obsequiar los permisos recurriendo a lagunas legaloides.
PLATAFORMA.
En el contexto democrático, existen las llamadas Sociedades Abiertas, donde los contrapesos democráticos nos ofrecen un marco favorable para lograr la Sustentabilidad ante las amenazas propias o artificiales que pueden obstaculizar la protección ambiental.
Sin ser utópicos, someramente las definimos como aquellas caracterizadas por la tolerancia, apertura e inclusión que, amalgamadas en un crisol, se convertirán en útiles herramientas con las cuales los gobiernos, podrán centrarse en resolver las necesidades ciudadanas y la sostenibilidad ambiental, con transparencia, innovación y adaptabilidad.
Intereses de toda índole pueden ejercer influencia significativa en las políticas públicas, traduciéndose en la dilución o el bloqueo de regulaciones ambientales necesarias para la Sostenibilidad.
Ello pone de manifiesto la tensión que genera encontrar el equilibrio entre la apertura económica a cualquier precio, y la necesidad de proteger el medio ambiente, atropellando los usos de suelo existentes y haciendo chuza con la posesión de la tierra.
Estas amenazas deben analizarse en el contexto más amplio, en el cual, las sociedades abiertas tienen que encontrar la fórmula para lograr el equilibrio entre las necesidades ciudadanas, las libertades y la gestión adecuada de los desafíos globales.
Es indudable que el cortoplacismo electoral es una de las principales contradicciones, pues gobiernos o candidatos de países en democracia, pueden verse tentados a postergar medidas ambientales impopulares o sesgadas para evitar la pérdida de votos.
Permanecer ciegos o ajenos para el pago de favores ante lo anterior, es algo que nos quieren pasar disimuladamente, lo que ha forzado a que diversos grupos ciudadanos se hayan manifestado violentamente ante las acometidas y afectaciones que ha tenido su hábitat o costumbres.
Bajo ninguna circunstancia se puede aceptar ni entender que las desigualdades económicas sean una amenaza para la Sostenibilidad, antes bien, la capacidad económica de unos debe ser aprovechada para generar mejores condiciones colectivas.
Lo que tiene que prevalecer es el principio de Sustentabilidad económica en donde las prácticas justas son la base para obtener el correspondiente regreso de la inversión, aclarando que no hablamos del llamado “retorno” como elegantemente le llaman a los “moches” para hacer trampa.
ENFOQUES.
La preservación de nuestra democracia y la sostenibilidad ambiental están intrínsecamente ligadas a la fortaleza de sus contrapesos.
Un poder judicial independiente, un legislativo plural, medios y sociedad civil activos, y mecanismos de participación ciudadana autónomos son indispensables para resguardar el futuro que deseamos.
Cada uno de estos pilares no solo debe ser robustecido, sino también vigilado, ya que, aunque fueren diseñados para evitar la tiranía, son susceptibles a la manipulación.
Para avanzar hacia políticas realmente sostenibles, se precisa que la sociedad se una en la defensa de estos valores, para construir un futuro donde la democracia y el medio ambiente coexistan en armonía.
Es imperativo reconocer que cada acción que pone en peligro el bienestar colectivo lleva consigo una red de responsables que no deben quedar en la sombra.
Promovamos la transparencia y la rendición de cuentas como pilares de nuestras sociedades abiertas, asegurando que la protección de nuestro entorno y recursos sea una responsabilidad compartida.
Corolario:
“Participación y exigencia, potencial de las sociedades abiertas”