“Para que no se pueda abusar del poder,
es preciso que el poder detenga al poder”
Charles Louis de Secondant
(Barón de Montesquieu)
En cualquier momento de nuestras vidas nos hemos visto sorprendidos por todo tipo de situaciones que nos presentan inesperados resultados, por lo que la sensación de incertidumbre ante lo improvisto del evento, más bien revela el método antes que la forma.
Al hacer una disección entre ellas, distinguimos claramente las que se presentan disfrazadas, en tiempo y claridad, para tratar de sorprender el intelecto con procesos sesgados y vestidos de participación ciudadana.
Existe un ardid elaborado con sigilo que obedece a un plan previa y meticulosamente preconcebido, elaborado secretamente, es decir “en lo obscurito” con el único fin de aprovechar la ocasión y confianza de los ciudadanos quienes son envueltos por coloridas pautas informativas y de difusión.
Al margen de los comentarios, quien utiliza este método, lo hace con todas las ventajas al urdir ésta supuesta “estrategia” para asaltar la plaza de manera súbita.
Cualquier proyecto de desarrollo, tiene que contar con una justificación clara y suficiente de cada una de las partidas que lo integran, sobre todo, más allá de los pilares sobre los que descansará, conociendo a detalle, la cantidad y flujo de los recursos que darán pertinencia y posibilidad de éxito.
Presumir intenciones con inversiones de relumbrón, sin datos duros que garanticen resultados, sin un calendario verificable de sus avances, es un modelo caduco que no debe volver, como tampoco las célebres ocurrencias de algún emulador del césar romano.
VACUNA.
Sin juzgar a priori, existe dentro del marco legal, la denominada participación ciudadana, de la que tanto se presume y cuya fórmula actúa como una suerte de inoculación, para inmunizarnos contra lo que no aprobamos, incluso a pesar de estar presupuestado e inclusive inaugurado con bombos y platillos.
He aquí lo conveniente para rescatarla del arrumbamiento y utilizarla ante las imposiciones, ya que nuestro sistema democrático y marco legal nos la obsequia literalmente.
La falta de empatía y abuso del poder se van acentuando tanto, que incluso existen algunos que, perdiendo el nivel del suelo al subirse a un ladrillo, colocarse una gorra y arremangarse la camisa, pretenden dictar órdenes a sus súbditos, creyendo emular a los otrora todopoderosos emperadores.
Simular cercanía y preocupación por los ciudadanos, no es cuestión de imagen ni discurso, sino de neuronas y hechos, pues hay quienes llegan a tal nivel de negación que, desechan sin escuchar opiniones técnicas, aunque no sepan de ellas.
Su empecinamiento es tal que transgreden las leyes que juraron cumplir y hacer cumplir (“dijeron”) para no perder el negocio y seguir beneficiando a todo un clan.
Los desatinos en los que se incurre producen pérdidas económicas, así como tiempo y credibilidad, al violentarse el ánimo ciudadano cuando se descubre el velo que recubre estos actos, infectados de corrupción y opacidad.
Frente a un mal cálculo, el cáncer del agandalle del patricio emerge y contagia el ánimo ciudadano, lo que sin duda irá permeando a otras tantas obras que comenzarán a cuestionarse.
Sin caer en controversia, utilizaremos el concepto de Democracia Representativa, entendiéndola como aquella en el que el poder político procede del pueblo, cuyas autoridades lo ejercen luego de ser electas por el voto, y ese es el punto.
Al ser un asunto de amplitud y debate jurídico, solamente lo citaremos de manera tangente, con la perspectiva del cuestionamiento a los supuestos responsables de construir obra pública, causando malestar a los ciudadanos que lo asumen como una arbitrariedad y abuso.
PARTICIPACIÓN CIUDADANA.
Es una ocupación creciente en países con democracias representativas pues a través de ella, se interviene en los asuntos y manejo de recursos que les atañen, convirtiéndose en un indicador de la calidad de la democracia.
La participación ciudadana es una tautología, es decir, es verdadera y se explica por sí sola.
Sin excepción, todo proyecto de obra pública tiene un ciclo que debe estar bien concadenado con estudios básicos, de prediseño, prefactibilidad, factibilidad, diseño, financiación, calendario, construcción, operación y cierre de obra, incluyendo la evaluación ambiental y su mitigación, para no sufrir atrasos en plena construcción por descontento ciudadano.
Para lograr una buena participación ciudadana, es necesario prepararse y, sobre todo, tener visión política al generar confianza, robusteciendo la gobernabilidad, la gobernanza y la democracia, para que finalmente, logremos que el beneficio sea para toda la sociedad.
Corolario.
“Participación ciudadana, vacuna que refuerza la democracia”
- Fotografía en portada por David Goldman a través de Unsplash.