“Las expectativas dependen de la diligencia:
el mecánico que quiere perfeccionar su trabajo
primero debe afilar sus herramientas”
Confucio
Al acercarnos a la finalización del año, por lo general hay quienes realizan una evaluación de sus objetivos y metas para conocer lo ocurrido, sin embargo para empresas y autoridades, es momento de plantear y presupuestar lo que viene.
En ese orden de cosas podemos distinguir que mientras las empresas dependerán de sus propios recursos y proyectos, las autoridades en estricto apego a la normatividad en vigor, deben solicitar al poder legislativo las autorizaciones de sus propuestas previamente aprobadas en cabildo.
Sin duda alguna, el manejo del presupuesto en ocasiones se presenta como un arma política disfrazada de discursos en lugar de análisis, consultas y aplicación de estadísticas y métodos numéricos que les den certeza.
Siempre existirá la duda razonable acerca de las prioridades que deban prestarse a las propuestas iniciales que, sin embargo, pueden y deben ser no solamente gestionadas asertivamente, sino argumentadas a saciedad para mejor entendimiento de quienes tienen la facultad de autorizar.
Es precisamente este punto dónde debe prestarse la mayor de las atenciones por los ciudadanos, pues seremos quienes hipotéticamente asistiremos a las míticas funciones de circo que desafiarán al mismísimo coliseo romano con todos sus gladiadores, bestias y emperador en su conjunto.
EXPECTATIVAS.
Concretamente en este momento es donde se presentan las mayores tormentas y ocurren las peores tragedias, porque lo que para unos es un acto de justicia negar, para los otros en un acto de coerción o venganza para limitar los proyectos que se pretenden desarrollar.
Todos necesitamos cierta seguridad a la hora de pensar en el futuro, lo cual nos conduce a abrazar la esperanza de que determinados eventos pasarán tal y como esperamos, para el caso de las administraciones públicas, para realizar sus proyectos de gobierno.
De este modo pudiéramos pensar que aún existen quienes consideran con total seguridad, que sus propuestas serán autorizadas a través del método “fast track” por lo convenientes que dicen ellos que son.
Como consecuencia, aparece lo que se conoce como una expectativa, misma que se divide en dos: realistas y poco realistas.
Las primeras están basadas en la realidad, la evidencia y experiencias pasadas, que generalmente nos llevan hacia metas alcanzables, pues son capaces de ajustarse a nuestras capacidades y circunstancias.
Por otro lado, las expectativas poco realistas son aquellas que están demasiado alejadas de la realidad, son inalcanzables o no tienen base sólida en sus análisis.
Siendo realistas, se debe tener la capacidad de argumentación suficiente para que en caso del oprobio del mayoriteo, podamos situar a gladiadores y bestias en su verdadero contexto en el escenario.
REALIDADES.
Estamos seguros de que aunque cada parte pueda tener sus explicaciones y orden de prioridades, ya que ambos dicen actuar por el bien del pueblo, es precisamente el pueblo, quien menos información tiene o ha sido consultado.
En este razonamiento nos sitúa ante un vetusto discurso: “no poder realizar lo que corresponde por falta de recursos”
La autoridad es responsable de hacer lo que las leyes le ordenan y cobrar los impuestos que tiene autorizados, así que lo que hoy estamos sufriendo en cuanto servicios públicos, baches, limpeza de calles, parques e iluminacíón deficiente, es su obligación.
No está a discusión la necesidad de recursos económicos para cumplir, pero lo que todos nos preguntamos es qué se hizo para llegar a este infausto momento, pues de ninguna manera procede de causas naturales y los paliativos aplicados distan de ser la solución.
Continuando con analogías, utilicemos la que ocurre cuando te cobran un servicio en un club deportivo y a la hora de utilizar los baños, resulta que no hay agua caliente y no funciona el baño de vapor, ¡ah!, pero si pretenden cobrar la mensualidad aunque no te hayan prestado lo contratado, lo que conduce a reclamo y consecuente reembolso o ajuste por el servicio no prestado.
El “Valor Catrastral” cuyo monto corresponde a una determinación unilateral de la autoridad, es la que sirve como base para el cobro del “Impuesto Predial” pero ambos pertenecen a la supuesta calidad de los servicios urbanos de las diferentes zonas de la localidad, lo que nos lleva a entender el descontento generalizado por servicios cobrados y no prestados.
De ninguna manera los ciudadanos debemos pagar esa ineficiencia, como tampoco deben colgarse méritos quienes no aprueban las solictitudes sin argumentos y tampoco proponen soluciones reales como demandamos todos.
Corolario.
“Para evitar desiluciones, apliquemos expectativas realistas”
- Fotografía en portada de Thomas Martinsen a través de Unsplash.