“Para que no se pueda abusar del poder, es preciso que el poder detenga al poder”
Charles Louis de Secondant (Barón de Montesquieu)
Algún momento de nuestras vidas nos ha sorprendido algo positivo o negativo, lo que nos trae esa sensación de incertidumbre ante lo inesperado al enterarnos de lo que fuere, a pesar de la edad o experiencia de cada uno.
Al hacer una disección entre ellas, distinguimos claramente las que obedecen al desconocimiento previo sobre cualquier asunto, como también las que, a pesar de ser nuestro campo de conocimiento, se presentan disfrazadas, con poco tiempo y menos luz, para tratar de sorprender al intelecto.
Existe un ardid elaborado con sigilo que obedece a un plan previamente preconcebido, elaborado en secreto y en lo “obscurito” con el único fin de abusar de la ocasión y confianza del ciudadano.
Emboscada es el término con el que se conoce coloquialmente a esta modalidad de ataque, aunque en el arrabal se le conoce como una “chicana”
Huelgan los comentarios, pero quien utiliza este método, lo hace con todas las ventajas al urdir ésta “supuesta estrategia” para asaltar la plaza de manera súbita y escaso tiempo de reacción.
Aunque creíamos que era una estrategia exclusiva del ámbito militar, hoy la estamos padeciendo en tiempos de paz y democracia, al debutar en escena de las obras públicas con total opacidad y sin soporte alguno.
Recurrir a esta mala praxis por el solo hecho de presumir obras de relumbrón y oropel, escondiendo la cabeza ante la opinión pública con el argumento falaz de poco tiempo, mucha prisa y urgencia para no perder los recursos ¡son pamplinas!
VACUNA.
Sin juzgar a priori, existe dentro del marco legal, la participación ciudadana, cuya fórmula actúa como una suerte de vacuna, para inmunizarnos contra lo que no aprobamos, incluso a pesar de estar inaugurado con bombos y platillos.
He aquí lo conveniente para rescatarla del arrumbamiento y utilizarla ante las imposiciones, ya que nuestro sistema democrático y marco legal nos la obsequia literalmente.
La falta de empatía y abuso del poder se van acentuando tanto, que incluso existen sujetos que se ostentan como patricios, perdiendo el nivel del suelo al subirse a un ladrillo, colocarse una gorra, arremangarse la camisa y dictar órdenes a sus súbditos, creyendo emular a los otrora emperadores romanos.
Simular cercanía y preocupación por los ciudadanos, no es cuestión de imagen ni discurso sino de neuronas y hechos, ya que hay quienes llegan a tal nivel de negación para escuchar opiniones técnicas, empecinados en hacer su voluntad sin respeto de las leyes que juraron cumplir y hacer cumplir (dijeron) para no perder el negocio y seguir beneficiando a todo el clan.
Los desatinos en los que se incurre producen pérdidas económicas, así como tiempo y credibilidad, al violentarse el ánimo ciudadano cuando se descubre el velo que recubre estos actos de magia negra, infectados de corrupción y opacidad.
Frente a un mal cálculo, el cáncer del agandalle del patricio emerge y contagia el ánimo ciudadano, lo que sin duda irá permeando a otras tantas obras que comenzarán a cuestionarse, recordando que, al agotarse el tiempo, el plazo legal para las responsabilidades se cumple, y el laudo ciudadano, tiene fecha.
Sin caer en controversia, utilizamos el concepto de Democracia Representativa, entendiéndola como aquella en el que el poder político procede del pueblo, cuyas autoridades lo ejercen luego de ser electas por el voto, y ese es el punto.
Al ser un asunto de amplitud y debate jurídico, solamente lo citaremos de manera tangente, con la perspectiva del cuestionamiento a los supuestos responsables de construir obra pública, causando malestar a los ciudadanos que lo asumen como una arbitrariedad y abuso.
PARTICIPACIÓN CIUDADANA.
La participación ciudadana es una ocupación creciente en países con democracias representativas pues a través de ella, se interviene en los asuntos y manejo de recursos que les atañen, convirtiéndose en un indicador de la calidad de la democracia.
Bien utilizada, sustenta tanto las políticas como obras públicas haciéndolas pertinentes al desarrollo sostenible, garantizando la viabilidad de los proyectos, evitando conflictos o problemas como el lucro o el cese porque la sociedad se opone a su construcción.
La participación ciudadana es una tautología, es decir, verdadera y se explica por sí sola, pero se ha precisado definirla para poder utilizarla en el ámbito de la obra pública.
Sin excepción, toda obra pública tiene un ciclo que debe estar bien encadenado (proyecto ejecutivo) con estudios básicos, de prediseño, prefactibilidad, factibilidad, diseño, financiación, calendario, construcción, operación y cierre de obra, incluyendo la evaluación ambiental y su mitigación, para no sufrir atrasos en plena construcción por descontento ciudadano.
Para una buena participación ciudadana, es necesario prepararse y, sobre todo, tener visión política al generar confianza, robusteciendo la gobernabilidad, la gobernanza y la democracia, para que finalmente lograr que gane el país legítimamente.
Corolario.
“La participación ciudadana, pilar de la democracia”
- Fotografías tomadas de la biblioteca personal del Ing Alfonso Alberto González Fernández.