La calidad como garantía

El rápido crecimiento que se vive en algunas localidades, en ocasiones provoca el desbordamiento tanto de sus límites físicos como de sus capacidades para hacer frente a las demandas de servicios de una población necesitada y ávida de bienestar.

Sin duda todas estas demandas son válidas y contribuyen a incrementar las presiones que inciden en las autoridades, las cuales se encuentran ante la disyuntiva de proporcionarlos en el tiempo justo y con la calidad suficiente que les permita brindar un servicio eficiente.

No obstante, lo anterior, las exigencias de dotación de servicios tienen que venir acompañadas por el cuidado que de ellas haga la población, es decir a cada quien le corresponde hacer su parte.

Si bien es cierto que el tiempo es relativo, para el caso en el que se adolece de cualquier servicio, éste se incrementa de manera exponencial, dadas la urgencia o molestia de la ciudadanía, por lo que cualquier estrategia de respuesta “a tiempo” tiene dos diferentes puntos de vista.

Debemos aceptar que mientras los protocolos para gestionar cualquier infraestructura deben cumplirse transparente y adecuadamente, también se tienen los apuros por liberar los recursos para cubrir el costo de las obras, generándose una enorme presión que se exacerba por la urgencia de la población.

Condiciones.

Independientemente de las posiciones que cada quien tenga, a cada uno le corresponde hacer su parte para lograr salir exitosamente del asunto, sin embargo, las prisas de unos y otros, no deben ser motivo para obviar en la calidad de las obras.

Garantizar para cada quien la calidad y valor del trabajo que le corresponde es un distintivo que deben tener las localidades que pretendan insertarse en un nuevo contexto de ciudades modernas, inteligentes y de excelencia.

A pesar de todo, la responsabilidad de solventar necesidades de manera eficiente y pronta para beneficio de la ciudadanía no solamente es una obligación por parte de las autoridades, sino que necesita de otro componente igualmente importante para lograr el objetivo.

Sin lugar a duda este componente que actúa como un catalizador es la ciudadanía hacia la cual van dirigidas las obras de infraestructura a fin de satisfacer necesidades y demanda de una mejor calidad de vida.

De poco ayuda tener semáforos inteligentes que no funcionen como tampoco camiones de vanguardia con calles obsoletas y ciudadanos que no respeten las indicaciones de tránsito.

En este sentido debemos establecer y recordar algunos elementos que pueden incrementar presiones a las actuaciones de las autoridades, tales como compromisos políticos e intereses de grupos facciosos.

Precisamente por ello, que tanto las autoridades como los ciudadanos tienen la potestad de acudir a organizaciones que por ley están facultadas para ofrecer un servicio social reglamentario, como lo son los Colegios de Profesionistas.

Estos a su vez y de acuerdo a la Ley que les da origen, pueden coadyuvar a solventar de manera ágil y eficiente las demoras que pudieran encontrarse para identificar y resolver de manera pronta la problemática indistintamente para ambas partes.

Indeclinable.

Independientemente de lo anterior, las autoridades bajo ninguna circunstancia pueden traspasar la responsabilidad de garantizar servicios de calidad en tiempo y manera a la ciudadanía.

Del mismo modo que estamos en nuestro justo y elemental derecho de exigir (el pago de nuestros impuestos nos faculta a ello) igualmente estamos obligados a cumplir con el cuidado en el uso que debemos tener para con la infraestructura.

Exigir puede ser semejante a un camino de dos vías, de ida y vuelta, en el que al transitar todos, debemos ser respetuosos para lograr recorridos fluidos y seguros.

Es lamentable encontrar infraestructuras descuidadas y no precisamente por falta de mantenimiento, sino por el inadecuado uso que se tiene para con ellas y lo ligero que puede ser echarle la responsabilidad a la autoridad o a cualquier otro.

Es por ello que cobra mayor relevancia que la única manera de lograr obras duraderas, es haciéndolas con calidad y debidamente socializadas, para que, al ponerlas al servicio de la ciudadanía, esta las adopte como propias y las cuide adecuadamente.

La importancia de socializar las obras es fundamental y va más allá de las urgencias que pudieran estar vigentes, pues es de elemental procedimiento, realizarlas de acuerdo a un nivel de prioridades.

Indistintamente, las urgencias y falta de transparencia jamás serán justificantes para la realización a prisa y sin calidad de ninguna obra, ya que terminarán siendo elefantes blancos que generarán mayores problemas.

Corolario.

“La calidad, característica ineludible en la Infraestructura”

  • Fotografía en portada por Matthew Henry a través de Unsplash.