El mundo cada vez está más urbanizado, en 1950 30% de la humanidad vivía en ciudades, sin embargo, para 2015 esta cifra aumentó a 54%, es decir, más de 3,500 millones de personas, y se espera llegue a 5,000 millones para el 2030. Esto según estimaciones de las Naciones Unidas. Por ello han declarado el 31 de octubre como el día mundial de las ciudades.
Además, entre 2025 y 2030 la población rural mundial empezará a reducirse por primera vez en la historia de la humanidad, hasta ahora se había reducido en términos relativos, pero ahora se empezará a reducir en términos absolutos.
Y no es de extrañarse, el éxito de las ciudades se debe a muchas características que las hacen muy atractivas, ya sea por la posibilidad de nuevas formas de inclusión social, una mayor igualdad, acceso a mejores servicios públicos y a nuevas y mejores oportunidades, todo esto genera que las personas en todo el mundo están prefiriendo mudarse a zonas urbanizadas. Sin embargo, con demasiada frecuencia estas promesas no se cumplen, y cuando la migración sobre pasa las capacidades de las ciudades y el desarrollo urbano fracasa, la desigualdad y la exclusión abundan.
No nos debe asombrar la cantidad de retos que las crecientes urbanizaciones en el mundo generan, desde los servicios públicos como saneamiento, agua potable, energía, recolección de residuos, seguridad, educación, etc, hasta la creación de infraestructura y vivienda adecuada y suficiente para todos. Y aquí es donde podemos focalizar uno de los factores clave para el éxito del desarrollo urbano en las ciudades, una oferta accesible y suficiente de vivienda adecuada.
Pero antes de avanzar con esto ¿qué es lo que define a una vivienda adecuada? ¿cuáles son los elementos con los que debe contar para poderla catalogar como adecuada? De acuerdo con ONU Hábitat la vivienda adecuada debe proveer más que cuatro paredes y un techo. Se deben cumplir una serie de condiciones particulares antes de considerarse como “Vivienda adecuada”, en primer lugar, debe contar con seguridad en la tenencia, es decir, debe contar con condiciones que garanticen a sus ocupantes una protección jurídica contra el desalojo forzoso, el hostigamiento y otras amenazas.
Debe contar con disponibilidad de servicios, materiales, instalaciones e infraestructura, desde su provisión de agua potable, saneamiento y energía, así como la facilidad de eliminación de residuos, hasta alumbrado y preparación para enseres y electrodomésticos que le permitan la correcta cocción y conservación de alimentos.
Por supuesto que la vivienda debe ser asequible, para que todas las personas puedan acceder a ella sin poner en peligro el disfrute de otros satisfactores básicos o el ejercicio de sus derechos humanos. ONU Hábitat considera que una vivienda es asequible si un hogar destina menos del 30% de su ingreso en gastos asociados a la vivienda.
Claro está que debe clasificarse en una condición de habitabilidad, y esto sucede cuando cuenta con las condiciones que garantizan la seguridad física de sus habitantes y les proporcionan un espacio habitable suficiente, así como protección contra el frío, la humedad, el calor, la lluvia, el viento u otros riesgos para la salud y peligros estructurales.
El diseño y materialidad de la vivienda debe considerar las necesidades específicas de los grupos desfavorecidos y marginados, particularmente de personas con discapacidad, es decir, debe contar con la condición de accesibilidad. Además, al evaluar su ubicación, la vivienda debe ofrecer acceso a oportunidades de empleo, servicios de salud, escuelas, guarderías y otros servicios e instalaciones sociales, y estar ubicada fuera de zonas de riesgo o contaminadas.
Y por último debe contar con una adecuación cultural, algo que cada día toma mayor peso, y esto se logra cuando la vivienda toma en cuenta la expresión de identidad cultural de su ubicación.
Pero más allá de que la vivienda adecuada está reconocida como un derecho en los instrumentos internacionales incluidos la Declaración de los Derechos Humanos y el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y por tanto es un derecho humano reconocido en la normativa internacional de los derechos humanos como elemento integrante del derecho a un nivel de vida adecuado, lo cierto es que la vivienda cobra vital importancia al poder definir el nivel de bienestar de una comunidad. En México, por ejemplo, de acuerdo con los datos de ONU Hábitat, se estima que, al menos, 38.4 % de la población habita en una vivienda no adecuada; es decir, en condiciones de hacinamiento, o hecha sin materiales duraderos, o que carece de servicios mejorados de agua o saneamiento.
Esta estimación podría ser mucho mayor si se considera la ubicación de la vivienda en áreas de riesgo y la ausencia de seguridad en la tenencia de la tierra como factores de precariedad y vulnerabilidad, así como el número de personas que habitan en desarrollos de vivienda alejados de las áreas urbanas consolidadas, donde las fuentes de empleo y los servicios públicos de buena calidad son insuficientes, y aquellos que residen en viviendas que no están adaptadas a las condiciones climáticas, a sus necesidades físicas o a su identidad cultural.
Para reducir la brecha de desigualdad en materia de vivienda y aumentar el acceso a una vivienda adecuada, ONU Hábitat plantea impulsar seis estrategias para colocar a la vivienda como un sector crucial en las acciones nacionales para cumplir con la Agenda 2030, desde una perspectiva que coloca a las personas y los derechos humanos en el primer plano de las políticas de desarrollo urbano sostenible, a fin de no dejar a nadie ni a ningún lugar atrás.
- Impulsar la vivienda social intraurbana, mediante la reducción de la especulación del suelo intraurbano para vivienda social mediante la implementación de esquemas fiscales al suelo ocioso e instrumentos de gestión.
- Favorecer el acceso de los grupos vulnerables a la vivienda adecuada adaptando el financiamiento de soluciones habitacionales a las necesidades específicas de la población. Se estima que existen en México 12.6 millones de viviendas en condición de rezago, este rezago llega al 62.4% de las viviendas en zona rural y en zonas urbanas alcanza al 31.7% del total de las viviendas. Estos rezagos van desde necesidad de mejoramiento o ampliación, hasta cambiar las viviendas por una nueva.
- Fomentar la vivienda social en renta incrementando la capacidad de pago de la población de bajo ingreso para solventar el pago de renta de una vivienda adecuada, a partir de subsidios directos y la construcción de un parque público de vivienda para renta social. En México, se estima que, en promedio, una familia tarda 33 años para pagar una vivienda económica con subsidio, y este plazo puede elevarse hasta 47 años si no cuenta con subsidio.
- Intervenir el tejido urbano deficitario generando estrategias interinstitucionales para intervenir grandes conjuntos habitacionales periféricos y mejorar los servicios públicos en asentamientos precarios.
- Reducir el impacto ambiental de la vivienda e incrementar su resiliencia. En México hay 480 municipios con alta o muy alta vulnerabilidad al cambio climático, de estos 92% se concentran en 6 estados.
- Optimizar el ciclo de vida de la vivienda, para ello se debe fortalecer el marco institucional para impulsar la transición de la industria de la construcción y de vivienda hacia la economía circular.
En conjunto, estas propuestas y líneas de acción están orientadas a impulsar que el sector de la vivienda en México sea un elemento central de las acciones nacionales para cumplir con los compromisos internacionales sobre desarrollo sostenible, mitigación de emisiones contaminantes, adaptación y reducción de riesgos ante el cambio climático, en un marco de alineación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 y de plena garantía de los derechos humanos de todas las personas.
Y es precisamente lo anterior, el que la vivienda se convierte en un elemento central para el cumplimiento de los ODS, por lo que ONU Hábitat se toma muy en serio el desarrollo de viviendas adecuadas en las comunidades. Su vinculación con cada uno de los objetivos nos deja ver el impacto directo en el bienestar de las familias al poder acceder a estas.
Como muestra podemos analizar cada uno de los ODS y resumir la contribución de la vivienda adecuada a estos.
Objetivo 1. Fin de la Pobreza. La vivienda promueve condiciones para aliviar la pobreza extrema y otras dimensiones de pobreza al garantizar que todas las personas, en particular las pobres y las vulnerables, tengan el mismo derecho a recursos económicos y acceso a los servicios básicos y al reducir las situaciones, exposición y vulnerabilidad a fenómenos climáticos.
Objetivo 2. Hambre cero. La vivienda, cuando se localiza en áreas de usos mixtos con presencia de centros de abasto, puede desempeñar un papel decisivo para el acceso a una alimentación sana, nutritiva y suficiente. Además, si la vivienda está dotada de elementos suficientes para garantizar la salubridad alimentaria y la cocción de alimentos, puede contribuir de manera indirecta a la reducción de las condiciones de malnutrición de toda la población.
Objetivo 3. Salud y bienestar. Una vivienda con instalaciones adecuadas puede contribuir de manera indirecta a reducir las tasas de mortalidad materna de niños recién nacidos y menores de 5 años. Las viviendas con instalaciones adecuadas de calefacción, ventilación y espacio suficiente contribuyen de manera directa a la reducción de enfermedades y al bienestar físico y mental de sus ocupantes, así como a la reducción de muertes por químicos peligrosos y por la polución y contaminación del aire, el agua y el suelo.
Objetivo 4. Educación de calidad. La vivienda bien localizada favorece la cercanía a centros educativos para la atención y desarrollo en la primera infancia y la educación preescolar, y a centros de formación técnica, profesional y superior de calidad, así como a otras instalaciones educativas que tengan en cuenta las necesidades de los niños y las personas con discapacidad y las diferencias de género, y que ofrezcan entornos de aprendizaje seguros, no violentos, inclusivos y eficaces para todos.
Objetivo 5. Igualdad de género. La vivienda sostenible considera las necesidades específicas de mujeres y niñas en su proceso de desarrollo personal y en la posibilidad de alcanzar un mejor nivel de bienestar, revirtiendo sus desventajas históricas en el acceso a la propiedad del suelo y de la vivienda. Con ello se favorece directamente la eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas. Por otro lado, la puesta en marcha de acciones afirmativas para que las mujeres puedan acceder al control de la tierra y otros bienes, mediante servicios financieros y otras medidas promueve su inclusión en el proceso de desarrollo.
Objetivo 6. Agua limpia y saneamiento. La vivienda con instalaciones adecuadas para la provisión de agua y saneamiento contribuye directamente a lograr el acceso universal y equitativo al agua potable a un precio asequible para todos, a mejorar los servicios de saneamiento e higiene adecuados, a mejorar la calidad del agua reduciendo su contaminación y a incrementar el uso eficiente de los recursos hídricos. Cuando la vivienda tiene una adecuada localización, fuera de zonas de riesgo y alto valor ecológico, también contribuye al restablecimiento de los ecosistemas hídricos.
Objetivo 7. Energía asequible y no contaminante. La vivienda sostenible tiene atributos para el uso racional de la energía. Cuando las viviendas cuentan con tecnologías para un uso eficiente de los recursos se contribuye a lograr un acceso universal a servicios energéticos asequibles, fiables y modernos, a aumentar la proporción de energía renovable y a la mejora de la eficiencia energética.
Objetivo 8. Trabajo decente y crecimiento económico. La vivienda sostenible promueve en sus procesos de construcción el trabajo decente y el impulso a nuevos y diversos sectores de la economía a la par de proteger los derechos laborales y promover un entorno de trabajo seguro. Además, se fomenta la productividad mediante la diversificación, la modernización tecnológica y la innovación. Este proceso de innovación favorece la producción y el consumo eficientes de los recursos. De manera indirecta, el sector de la vivienda puede contribuir al pleno empleo y a condiciones de inclusividad laboral que permitan erradicar el trabajo forzoso y el trabajo infantil.
Objetivo 9. Industria, innovación e infraestructura. Cuando la vivienda se construye de manera innovadora, sostenible y segura, y se favorece la inclusión de la pequeña industria en el sector. La modernización y reconversión de la industria de la construcción hacia procesos más sostenibles favorece alcanzar esta meta y, de manera indirecta, al cumplimiento del desarrollo de infraestructuras sostenibles, resilientes y de calidad. Similarmente, el desarrollo de vivienda, aumenta la investigación científica y mejoramiento de la capacidad tecnológica de los sectores industriales vinculados con la vivienda, favoreciendo así el desarrollo de tecnologías, la investigación y la innovación y el acceso a la tecnología de la información y las comunicaciones.
Objetivo 10. Reducción de las desigualdades. La vivienda es una de las condiciones sociales básicas que determinan la igualdad y la calidad de vida de las personas. El acceso a la vivienda sostenible para la población en condiciones de vulnerabilidad puede contribuir de manera directa a mejorar los ingresos de la población más pobre y a promover la inclusión social, económica y política de todas las personas. De manera indirecta, se contribuye a garantizar la igualdad de oportunidades y reducir la desigualdad de resultados. La adopción de políticas fiscales, salariales o de protección social favorecen de manera directa la reducción de desigualdades en el acceso a la vivienda, y pueden facilitar la migración y la movilidad ordenadas de la población.
Objetivo 11. Ciudades y comunidades sostenibles. En muchos países en desarrollo, la política habitacional está desvinculada de la política de desarrollo urbano y ordenamiento territorial. Esta desvinculación condiciona la plena realización del “derecho a la ciudad”, uno de los principios de la Nueva Agenda Urbana que considera a las ciudades como espacios comunes para la plena realización de los derechos humanos y el ejercicio de la ciudadanía. El derecho a la ciudad es el derecho de todas y todos los habitantes a ciudades justas, inclusivas y sostenibles (ONU Hábitat). En este contexto, la vivienda sostenible contribuye directamente a garantizar el acceso a los servicios básicos para todas las personas, a sistemas de transporte público seguros, asequibles, accesibles y sostenibles, a un proceso de urbanización inclusiva y sostenible, y a garantizar el patrimonio cultural y natural del mundo.
Objetivo 12. Producción y consumo responsable. La vivienda construida a partir de materiales y tecnologías de construcción sostenibles producidos localmente favorece el cumplimiento de la meta para aplicar el Marco Decenal de Programas sobre Modalidades de Consumo y Producción Sostenibles, y así lograr un uso más eficiente de los recursos naturales y la gestión racional de los productos químicos y desechos. De esta manera se reduce la generación de desechos derivados de la actividad de este sector y se favorece que las empresas adopten prácticas sostenibles en sus actividades productivas. En conjunto, estas acciones contribuyen directamente a asegurar que más personas cuenten con más información y conocimientos sobre desarrollo sostenible, modificando sus estilos de vida en armonía con la naturaleza.
Objetivo 13. Acción por el clima. La vivienda puede coadyuvar a la reducción de riesgos derivados del cambio climático mediante un uso más eficiente de los recursos a lo largo de su ciclo de vida. En términos de adaptación y resiliencia, la vivienda también presenta condiciones clave para reducir la vulnerabilidad de las comunidades ante los efectos del cambio climático, principalmente a través de su localización en zonas libres de riesgo.
Objetivo 14. Vida submarina. Una vivienda bien localizada, fuera de zonas de riesgo o de alto valor ecológico, y con adecuada infraestructura hídrica y de saneamiento, contribuye directamente a reducir la contaminación marina de todo tipo y a proteger los ecosistemas marinos y costeros. De manera indirecta, se ayuda a minimizar los efectos de la acidificación de los océanos y a conservar las zonas costeras y marinas.
Objetivo 15. Vida de ecosistemas terrestres. De manera similar, la vivienda construida fuera de sitios no adecuados favorece la conservación de los ecosistemas terrestres y de agua dulce, la gestión sostenible de los bosques y sistemas montañosos, integrando los valores de los ecosistemas y la biodiversidad en la planificación. De manera indirecta, la vivienda bien localizada favorece la rehabilitación de suelos degradados y reduce la desertificación, así como la degradación de los hábitats naturales.
Objetivo 16. Paz, justicia e instituciones sólidas. La formulación e implementación de políticas de vivienda inclusivas y sostenibles contribuye de forma directa a reducir las formas de violencia y mortalidad en el mundo y a garantizar la toma de decisiones inclusivas, participativas y representativas que respondan a las necesidades de todas las personas, así como a promover la aplicación de leyes y políticas no discriminatorias en favor del desarrollo sostenible.
Objetivo 17. Alianzas para lograr los objetivos. Una efectiva formulación e implementación de las políticas de vivienda favorece indirectamente la movilización de recursos internos con el fin de mejorar la capacidad nacional para recaudar ingresos fiscales, la adopción de sistemas de promoción de las inversiones, el desarrollo de tecnologías ecológicamente racionales y el aumento del apoyo internacional para respaldar los planes de implementación de todos los ODS. En este contexto, la generación de alianzas multisectoriales para el desarrollo de la vivienda influye directamente en la coherencia de las políticas públicas para el desarrollo sostenible, en el fomento de alianzas eficaces y en la generación de indicadores que permitan medir los progresos logrados en la materia.
Como vemos la vivienda adecuada no solo es clave para incrementar de manera exponencial el bienestar de una población, sino que se encuentra en el centro de los ODS, su impacto es directo para lograr cada una de sus metas y primordial para tener un desarrollo urbano sostenible que nos acerque cada vez un poco más al gran sueño de no dejar a nadie ni a ningún lugar atrás.
Los retos son grandes y el tiempo juega en contra, la participación de todos es necesaria, el cambio climático, la migración a las ciudades, la escasez de recursos, el difícil escenario político y económico nacional e internacional, la contaminación, un marco jurídico obsoleto y muchos otros factores no lo harán fácil, sin embargo, las oportunidades también empiezan a hacerse presente, financiamiento y alianzas internacionales, nuevas tecnologías, industrialización de la construcción, nuevas técnicas para optimización y reutilización de recursos, entre otras, aparecen sobre el actual escenario brindando ventajas y oportunidades que décadas atrás ni siquiera podíamos imaginar; depende de nosotros saber aprovecharlas y contribuir a la consecución de una vivienda adecuada y sostenible.
- Fuente ONU Hábitat https://onuhabitat.org.mx/
- Fotografía en portada de Juliana Lee a través de Unsplash.