Ante el rápido adelantamiento en las competencias electorales que estamos viviendo en nuestro país, se puede presumir que el escenario que ha caracterizado a los últimos seis períodos presidenciales, de nueva cuenta cobra protagonismo.

Para todos es de sobra conocido que a pesar de los cerrojos de seguridad que se han impuesto para evitar el uso y abuso de recursos públicos e influir en el ánimo de los electores, éstos cada vez, son más vulnerables al ser menos vigilados por autoridades blandas, con la permisividad de ciudadanos indiferentes y desidiosos para exigir.

En lo que resta del presente año y hasta la fecha límite permitida del 2025 para continuar inaugurando y difundiendo obras y avances, estaremos inmersos y viviendo en todo nuestro país, el “tradicional ciclo” durante el cual la economía experimenta una fase de crecimiento pírrico, para caer en una posterior contracción, causada precisamente por los efectos del proceso electoral.

Partiendo de la ilusión que representa la oportunidad para mejorar lo que hemos avanzado o lo que se nos presume antes de un proceso electoral, resulta conveniente dejar claro este punto y visibilizar el impacto de todo lo anterior, para lograr construir la infraestructura que anhelamos.

Considerando que la economía sufre los efectos del cambio de administración inmediata, en particular la Infraestructura, también disfruta de los beneficios del gasto público expansivo durante el proceso electoral.

Fases.

En términos de Economía, con claridad podemos distinguir de manera breve dos fases:

  1. La Económico-expansiva.

Que se presentaba generalmente durante los primeros seis meses del último año de gobierno, pero en esta ocasión, resultó diferente por lo adelantado de los procesos al interior de los institutos políticos y sus ansias de posicionar a sus cartas.

Se caracteriza por hacer uso de todos los recursos fiscales para completar todas las obras de infraestructura y sobre todo, “presumirlas” para que todos “notemos” que cumplen y que nos están situando en el primer mundo.

No obstante, lo anterior es un catalizador temporal para avivar la economía, pues genera una imagen de bienestar y rumbo claro, con la intención de ganar las preferencias de los votantes.

Resumiendo, podemos decir que consiste en aumentar la cantidad de dinero para impulsar la inversión, el crecimiento económico y la reducción del desempleo, aunque su característica principal es la brevedad de su permanencia.

  1. La Económico-contractiva.

Esta se caracteriza por aplicar medidas para reducir la oferta de dinero en la economía y se manifiesta con el retiro del estímulo fiscal después de las elecciones.

Lo anterior, basado en anteriores administraciones, conlleva una característica que la hace extenderse hasta la primera mitad del primer año del nuevo gobierno o hasta resarcir los rezagos presupuestales heredados o como decimos, por el típico cierre del presupuesto federal ante la terminación del periodo de gobierno.

Este retraso además de la incertidumbre generada por el nuevo equipo económico y político, introduce demoras en las decisiones de inversión privada, desacelerando la actividad económica.

De acuerdo a distintas calificadoras “no se percibe algo que pueda interrumpir este ciclo, por lo que se presagia que el crecimiento económico de México continuará lastimosamente teniendo a la política, como uno de sus factores determinantes en los próximos dos años”

Es decir, la infraestructura se encuentra en un vaivén sometido a un presupuesto enfocado a procesos electorales, en lugar de obras resilientes y sustentables debidamente establecidas a corto, mediano y largo plazos, independientemente de la alternancia o ratificación de partidos gobernantes.

Golpe de timón.

Con el único fin de evitar la dependencia de que la construcción e inversión en Infraestructura se encuentre sujeta y secuestrada por los tiempos electorales, lo anterior nos lleva inminentemente a esforzarnos por formalizar un cambio de rumbo para tratar de reformar y establecer mejores prácticas en los asuntos de desarrollo.

Los motivos son claros, no podemos seguir dependiendo de antojos, ocurrencias o negocios que no son para el ciudadano, sino que se utilizan para simular que se les atiende, mientras salen por la parte trasera con los frutos y utilidades de esas inversiones.

La Planificación requerida para la construcción, mejoramiento y conservación de la Infraestructura y Patrimonio de los ciudadanos, tiene que ser independiente de los partidos y los ciclos electorales determinados por nuestras leyes, pues deben obedecer a objetivos definidos con un plan, metodología y plazos determinados sin someterse a los resultados electorales.

Es imperativo que los encargados de las diferentes áreas de la Infraestructura, cumplan con los perfiles correspondientes a su encargo, para que puedan entender los pormenores, detalles y circunstancias técnicas de su responsabilidad, dadas su preparación y conocimientos en la materia, independientes de los matices partidistas o políticos.

“Con todo respeto” como se dice ordinariamente, resulta incomprensible y grosero que un veterinario sea responsable de tareas propias de un ingeniero civil o viceversa.

Lo anterior no es un asunto de capacidades sino de formación y mucho menos debe corresponder al trillado “amiguismo” o pago de cuotas, pues se debe recurrir a los innumerables talentos y cuadros que existen en la sociedad.

Lo que nos está haciendo falta como sociedad, es organizarnos para exigir que se materialicen debidamente todos los planes de Infraestructura, para separar la dependencia que actualmente determinan los procesos electorales, estableciendo metas y tiempos para las obras que verdaderamente beneficien a la sociedad rindiendo cuentas de manera transparente.

Esto no es algo menor pues implica saber escuchar y rodearse de los mejores por capacidad, seleccionando adecuadamente a través de procesos limpios a quienes sean los mejor calificados y comprometidos, pero sobre todo, saber establecer metas y plazos para delegar, vigilar y exigir resultados.

Hoy, es necesario cambiar la falta de diálogo y polarización con todos los que no piensan como las autoridades, pues cada día está siendo más dramático y tal vez, lo más doloroso que se está engendrando, sea el odio entre las partes.

Un buen capitán, debe tener la humildad y temple para reconocer cualquier error o contingencia que nos afecte, para demostrar su verdadero liderazgo y garantizar llegar a puerto seguro.

El reto es de todos, así que asumamos nuestro compromiso y hagamos que este golpe de timón, sea la hoja de ruta que tanto necesitamos en nuestro país.

Corolario:

“La Infraestructura no debe estar sujeta a vaivenes ni procesos electorales”

  • Fotografía en portada de Miguel Henriques a través de Unsplash.