Desde inicios del establecimiento del hombre en comunidades a fin de aprovechar primeramente las bondades que la naturaleza les obsequió a algunos territorios, el ser humano siempre se ha caracterizado por avanzar y modernizarse.

Esta cruzada nos ha llevado a cualquier clase de descubrimientos en donde lo que primeramente pudo atribuirse a la suerte o la fortuna, en otros tantos han sido consecuencia del estudio y perfeccionamiento en el que cada vez, de manera más metódica, se ha ido avanzando.

Hoy el estudio y aplicación de conocimientos y tecnología, brindan herramientas para utilizarse en cualquier rama del conocimiento, así sea la salud, las ciencias sociales o cualesquiera otras.

Sin dejar de asociar que la combinación y colaboración entre estas áreas del conocimiento que en ocasiones parecieran ajenas o sin mínima relación, la realidad nos demuestra que, por ejemplo, la medicina y la ingeniería van de la mano, y que la interacción de la antropología, la arqueología y la arquitectura con la ingeniería, resultan una amalgama que debe ser adecuada y precisamente utilizada en los proyectos que se pretendan realizar para seguir modernizándonos integralmente. Veamos.

Disrupción.

En la permanente búsqueda de contar con mayores satisfacciones y comodidades, que supuestamente deben cumplirse para obtener un mayor nivel de bienestar tanto individual como colectivo, en ocasiones, se compromete al dejar de respetar algunos requisitos o etapas en los procesos de gestión de las obras de infraestructura.

No obstante que ningún proyecto está libre de alguna involuntaria omisión, la cual deberá ser atendida y resuelta apropiadamente sobre la marcha con sus consecuentes molestias y costes, lo que resulta peor y grave, son las prisas por presumir alguna inversión de manera precipitada y sin soporte analítico.

Para ello, se recurre a utilizar el término disrupción como una salida fácil y paliativa a carencias o inexactitudes, pretendiendo acelerar los tiempos y procedimientos provechosos y oportunos para obtener un producto de calidad.

“No por mucho madrugar, amanece más temprano” reza un refrán tan antiguo como popular, del que algunos prefieren no escuchar, y que inclusive, se vuelven omisos en su apresurada carrera hacia su particular meta.

Aparejarse.

El momento actual que vivimos, en el que se presume y enfatiza tanto el conocimiento, resulta irrevocable el contenido programático que debe tenerse y servir de guía para cualquier inversión que se desee realizar.

A manera de insignia, y con el propósito de lograr que el desarrollo de las potencialidades de proyectos integrales, con acciones para el que el mejoramiento emocional, social y cultural sean una realidad, debe ser la norma que rija a todos ellos para el bienestar general, organizándose de manera cohesiva, integrando todos los elementos tanto como cada una de las diferentes especialidades que coadyuven a su consecución.

Los contenidos deberán ser auténticos y correspondientes a cada sitio, obedeciendo lo que determinen y caractericen cada zona con sus formas y costumbres, sin perder de vista que lo que pueda ser disruptivo, siempre tendrá que hacerse con inteligencia, ya que lo nuevo, podría ser innovador, pero no cumplir con su objetivo, al carecer de algún detalle no considerado o ineficientemente gestionado.

Realizar los preparativos con oportunidad, con una perspectiva constructiva a través de los aprendizajes previos a fin de hacerlos concordantes para el desarrollo sustentable del sitio en donde se desee realizar la intervención, aun habiendo funcionado en otros lugares, deberán utilizar datos, conceptos, procedimientos y, sobre todo, los aprendizajes planteados en cada proyecto, para cimentar adecuadamente todas las inversiones, garantizando que funcionen in situ.

Calidades y cualidades.

Es obligación de las autoridades realizar todo lo establecido para cumplir las normas, especificaciones y demás ordenanzas, sin embargo, los ciudadanos también tenemos que hacer lo propio.

Debemos establecer, que los principios de calidad, tipologías y cualidades que deben cumplir ambos sin distingo ni omisión, son inalienables, por lo que todo lo anteriormente citado, será el indicador de que lo que se pretende, tiene que correr en vías paralelas para evitar dolorosas colisiones que dilaten los tiempos de puesta a punto de los proyectos al confrontar posiciones.

Aceptando si y solo si, que realizar todas las acciones que nos ayuden a conseguir la meta que se haya fijado, son fundamentales para obtenerla y que la disposición para ajustarse al desarrollo es indispensable, también lo es sobremanera, tener la mente abierta para entender y aceptar, siempre y cuando se cumplan con los ordenamientos metodológicos para cada proyecto.

Conseguir avanzar modernizándonos de manera cierta y ascendente, implica estar conscientes y, sobre todo, dispuestos a exigir como a conocer, tanto el cumplimiento de los procesos como someterse a los resultados que los estudios aporten, como también reconocer, respetar y cuidar las nuevas infraestructuras que serán de todos.

El éxito de cualquier proyecto, siempre dependerá de una adecuada gestión, pero también de una pertinente, transparente y libre campaña de comunicación, la cual deberá ser admitida desde el inicio como parte integrante del desarrollo, que, a más de sencilla, inclusiva y con plazos suficientes que la forjen y permitan a todos participar y lograr que funcione, con la garantía de hacerla propia y defenderla desde su fase de concepción consentida por las partes.

Lo anterior pudiera asumirse como una utopía, pero puede ser real, si y solo si, se cumple con todo lo que debe.

Así de simple.

Corolario:

“Gestionar, cumplir, comunicar y respetar, acatando resultados de procesos metodológicos, es una garantía para integrarse al desarrollo”

  • Fotografía en portada de Ruben Mishchuk a través de Unsplash.