En todos lados del mundo como si fuera una moda, se ha venido generalizando el asunto correspondiente a la Movilidad Sustentable, que si bien es una meta establecida dentro en los postulados del desarrollo sostenible de la Agenda 2030, también lo es el hecho que debe ser atendida con precisión quirúrgica para cada sitio, ya que las diferentes trazas de las localidades, su entorno patrimonial, su carga de servicio peatonal y motorizado, exigen que cada cual tenga su propio proyecto, destacando y aclarando que lo que puede funcionar en unos sitios, en otros podría mejorarse, corregirse o llanamente dejarse a un lado.
Debemos partir reconociendo que la movilidad, incluye a todos los que utilizamos las vías de comunicación y su equipamiento, para actividades profesionales, turísticas o convencionales, es decir todos somos parte de la movilidad y tenemos que estar considerados dentro de las propuestas de solución, si de mejorar se trata como nos cuentan.
Comencemos estableciendo que cualquier tipo de transporte, difiere de otros problemas que enfrentan las sociedades en desarrollo, porque empeora con el mismo desarrollo económico, contrario a lo que la salud, la educación y otros desafíos logran mejorar con el crecimiento económico. Este es el paradigma del transporte: empeora con el crecimiento.
Yendo más allá de la narrativa que ofrece virtudes suficientes, para insertarnos con claridad en el mismo radar de las ciudades vanguardistas e innovadoras a nivel mundial, por el solo hecho de desarrollar un proyecto nuevo, resulta que no es suficiente, ya que en realidad necesitamos que todos nosotros, nos insertemos en ese mismo nivel y sincronía para lograrlo.
Nuevas infraestructuras, viejas costumbres.
Si lo que se pretende es que, con las inversiones en infraestructura sustentable, nos vayamos insertando paso a paso en la clasificación para ser considerados como una Ciudad Sustentable, en la que todos obtengamos bienestar y satisfactores que garanticen el uso adecuado de los recursos naturales, entonces tenemos que solucionar la problemática del transporte, no solo con equipos, sino con educación y cultura para saber utilizar adecuadamente todo lo anterior.
Se requiere una planificación urbana eficiente y estricta, a fin de ordenar el crecimiento de la urbe, ya que su expansión genera movimientos de largas distancias y tiempos de recorrido, a pesar de lo eficiente que pudiera ser cualquier programa de movilidad, pues el aumento del consumo de energía que trae consigo, debe análogamente ser redirigido, para aprovechar mejor el tiempo ya sea para ir al trabajo o lo que fuere.
Al igual que cualquier aditamento, herramienta o equipo de oficina que se estrena, lo primero que debemos hacer es conocer “cómo funciona” ya sea a través de su manual técnico de operación o la capacitación previa para su uso, para lograr sacarle el mayor provecho y evitar daños por desconocimiento.
Lo mismo ocurre con cualquier vehículo o nuevo equipo de transporte con tecnologías de vanguardia, en donde lo primero que debe hacerse, en paralelo a los anuncios mediáticos, es difundir sus pormenores para conocer su cuidado y mejor utilización, sin soslayar las normas de conducta y respeto a los equipos, evitando enfáticamente vandalizarlos o pintarles esos románticos corazones en las bancas.
Al igual que sucede en hospedajes y cadenas empresariales con certificaciones de calidad, en donde se puedan revisar las bitácoras de mantenimiento de las unidades, éstas deben estar a la vista para sortear los inevitables sustos, por falta de mantenimientos preventivos.
Evitemos descarrilar las nuevas infraestructuras con viejas o malas costumbres.
Integración y visión.
Lograr integrar de forma efectiva cualquier localidad, requiere no solo una visión estratégica convincente, con estudios que garanticen la evolución al futuro, contando con un marco legal e institucional propicio, con sus adecuados modelos financieros sostenibles, es decir, desterrar la especulación y agandalle, colocando a la colectividad por encima de la singularidad.
La visión de ciudad tiene que ser a largo plazo, donde se prevea su futuro, con metas y plazos que se articulen con sus correspondientes planes de acción y usos específicos de la tierra, guiando el tránsito y las inversiones necesarias para hacerla pertinente, en corredores de alta capacidad y densidad, donde se tengan respuestas con acciones concretas para lo existente, proyectándose para el mañana con las mínimas afectaciones.
Nada fácil es lograr esta integración, como tampoco nunca nada que valga el esfuerzo lo ha sido, así que permaneciendo ajustados a lo que el Eje de Sustentabilidad Social establece, es decir, un marco de planificación inclusivo, para dar voz a todos los segmentos de la sociedad, sin distingo de condiciones socioeconómicas, lo cual es un requisito inalienable de la autoridad, para convocar tanto a la sociedad como a los peritos en los temas correspondientes a sus conocimientos (expertise) a fin de lograr gestionar una amalgama bien fusionada de soluciones ante tantos componentes, necesidades e intereses propios de cada sitio o ruta.
Esta es la esencia para lograr adecuadamente, la integración del transporte público y el uso del suelo, como una estrategia de las más importantes para desarrollar futuros urbanos más sostenibles y de bienestar.
Armonizando el tránsito y el desarrollo del suelo, se crean espacios urbanos que reducen la necesidad de viajar en vehículos privados, y si además se logran áreas con buen acceso al transporte público de calidad y espacios urbanos bien diseñados, que sean seguros y transitables a pie y en bicicleta, estos se convierten en lugares atractivos para que las personas vivan, trabajen, aprendan, jueguen e interactúen.
Dichos entornos mejoran la competitividad económica de una ciudad, reducen la contaminación local y las emisiones de gases de efecto invernadero y promueven, sobre todo, el desarrollo inclusivo.
Esta es la clave para lograr que la movilidad, actúe como un catalizador para el desarrollo sostenible, fungiendo como un órgano vital integrando al tránsito, como una herramienta de solución y no como una carga.
Atención igualmente especial y parte integrante, es lo referente a modelos financieros sostenibles, considerado igualmente dentro del Eje de Sustentabilidad Económica, pues son vitales para lograr articular las visiones a largo plazo de la ciudad.
Cuando las ciudades son compactas y tienen una rica combinación de usos del suelo, “facilitan” su intervención, por lo que el resultado del desarrollo orientado al tránsito es altamente redituable, pues aumenta su competitividad al atraer empresas, que se sienten atraídas por dichos entornos.
Para que las inversiones en trenes y autobuses de tránsito eficiente, rápido y sostenible generen cambios significativos en el uso de la tierra de manera económica y financieramente viable, las ciudades necesitan garantizar además de su crecimiento, educación, salud y calidad de vida, mayores ingresos reales y puntuales, con el fin de simplificar y amortizar los mayores niveles de motorización y congestión que ya existen, implementando sistemas de movilidad sustentable, a precios justos, que garanticen, tanto la operación como asequibilidad general para todos, con sus correspondientes retornos de inversión, legalmente hablando.
Así todos quedamos contentos.
Corolario:
“Integrar la movilidad sustentable con el desarrollo, reto complejo pero alcanzable”
- Fotografía en portada de Aboodi Vesakaran a través de Unsplash.