Dentro de las más importantes líneas de acción que los gobiernos tienen entre otras tantas responsabilidades, para tratar de encontrar mejores escenarios que ofrezcan mayores condiciones de bienestar, se encuentra una herramienta muy valiosa que coloquialmente conocemos como Inversión Extranjera Directa (IED), pues su alto peso específico actúa como palanca para impulsar el desarrollo de una región.

La IED se ha convertido desde los años noventa del siglo pasado, en una de las principales fuentes para lograr modelos de desarrollo que deban atender la promoción de exportaciones de productos a los que se les haya agregado valor, con la interacción de la calidad de mano de obra local, tanto como el encadenamiento de sub-estructuras locales, que se beneficien y se integren a los procesos que cualquier tipo de IED debe aportar, para insertarse en el mercado global con mejores dividendos, contrario a lo que sucede con la exportación primaria.

A ver que cae.

No obstante todo lo anterior, de manera formal, no se ha instrumentado una política pública activa que considere ponderadamente este punto, pues solamente se ha actuado replicando modelos que han funcionado en otras regiones, sin tener un plan previamente establecido de manera estructurada con vocación regional.

Sin soslayar los esfuerzos para lograr concretar el establecimiento de cualquier clase de inversión, un impacto más efectivo sería el que éstas estrategias y líneas de acción se materialicen no sólo en atraer IED sino en orientarla hacia sectores, regiones y empresas en donde la IED pueda tener mayor impacto.

Previamente al establecimiento de cualquier clase de IED, las localidades o regiones seguramente han avanzado, dentro del marco de desarrollo que sus planes de administración, la suerte, su ubicación geográfica o algunos otros factores como educación, competitividad, seguridad, movilidad multimodal, capacidad logística y certeza jurídica entre otras buenas condiciones, para ser consideradas como potenciales sitios para la fundación de este tipo de infraestructuras.

Complementando el alineamiento con otras políticas públicas como financiamiento, aranceles, infraestructura física, ciencia y tecnología, encadenamientos productivos, acceso a financiamiento, concesión en extensiones fiscales o para el pago de cualquier tipo de impuestos, todas estas obsequian un efecto seductor para que empresas nacionales e internacionales multipliquen, en las comunidades donde se ubiquen, mejores oportunidades para los ciudadanos.

Beneficio colectivo.

Para impulsar su establecimiento, es menester orientar las actividades productivas de los sectores estratégicos, otorgando tratamiento en igualdad de condiciones o incluso más ventajoso para capitales nacionales, a cambio de cumplir ciertos requisitos medibles y auditables, como pueden ser metas con contenido nacional, exportación, transferencia de tecnología, etc, a fin de lograr conjugar todos los factores, pero con un solo objetivo: lograr mejores beneficios para todos.

El tesoro.

Contar con capital humano técnicamente calificado es un factor determinante, a más de contar con una política económica claramente desarrollada a partir de políticas educativas con base en una planificación activa de la oferta educativa, que incorpore los requerimientos presentes y futuros del inminente sector productivo.

Por ello, tenemos que seguir destacando en primer lugar, que para desarrollar una política de atracción y promoción de inversión a nivel región, que vincule y coordine la inversión nacional con la extranjera con perspectiva integral identificando fortalezas y oportunidades, es fundamental cumplir con al menos dos cosas:

1. Seleccionar. La primera será la correspondiente a seleccionar y evaluar el tipo de IED que se interese en la región, pues cada una requerirá destinar recursos para la formación de cuadros que sustraerán recursos presupuestales de otras ramas. Este es un asunto toral, pues urge un análisis prolijo de la distribución de recursos de inversión en Infraestructura, así como en las áreas del conocimiento que se desea impulsar, para lograr en menores plazos, conseguir que su ocupación como fuerza laboral, permita generar mayores recursos por la consecuente captación de impuestos al incorporarse al mercado laboral. Es decir, necesitamos conocer el orden que deben tener las cosas.

2. Dispersar. Una acción determinante es la de poder disgregar y repartir la IED en el mayor número de partes y de acuerdo a las diferentes regiones, que por su misma vocación cada una tiene, como la pesca, agricultura, ganadería, comercio, tecnología, etc. Análogamente al orden escrupuloso que las cosas deben tener para ser eficientes, descongestionar regiones y proporcionar igualdad de condiciones y oportunidades para todos los potenciales beneficiados, es de trascendental importancia pues se evita inteligentemente, continuar congestionando algunos sitios o conurbaciones en localidades con sus consecuentes y cada vez mayores problemas por movilidad y servicios. La inteligencia en este asunto proporcionará mejores resultados y orden, pues garantizará una distribución mejor equilibrada y lógica, llevando bienestar de carácter más compensatorio.

De esta manera podríamos inferir, que quienes utilicen estos criterios para instalarse, tienen mayores posibilidades de éxito, pues resultan más efectivas para la comunidad dados sus diversos efectos multiplicadores, inclusive para el turismo.

Sencillamente para avanzar, sobre todo de forma transparente, con el fin identificar sitios de alto valor agregado para obtener transferencia de conocimiento y tecnología, debe actuarse de la mano con representantes de los sectores público, privado, laboral y académico, con la finalidad de diseñar estrategias sectoriales para elevar la productividad de todos los sectores.

El reto está en lograr terciar la identificación de sectores estratégicos en un contexto donde la atracción de IED, con un plan que permita maximizar los beneficios para la economía en todos sus niveles, para obtener una amalgama sólida y homogénea de inversiones.

Es necesario desarrollar un Organismo especializado, autónomo y multianual, orientado exclusivamente a la atracción de IED, con capacidades de negociación de acuerdos, para establecer inversiones de manera institucional y no solo estacional o sexenal, que complemente sin compartir, ni sustituir ni mucho menos competir, la labor de promoción de exportaciones, para garantizar ser más efectivo.

La política de atracción de IED deberá contener elementos que permitan conciliar los intereses de la empresa inversionista, con los objetivos estratégicos que la región establezca, asumiéndola como uno de los motores de su crecimiento y desarrollo y gestionar exitosamente las infraestructuras físicas necesarias para su establecimiento.

Corolario.

“Inteligencia para atraer inversiones de calidad, son garantía de orden y beneficios colectivos”

  • Fotografía en pantalla del archivo personal de ICC Tito G. Fenech Cardoza.