Hace tres años fui invitado por una maestra del ITLP a dar una conferencia a alumnos de Arquitectura del ITLP de tipo motivacional o al menos de ubicación para un grupo algo desubicado y que su desempeño o dedicación al estudio dejaba mucho que desear. Al principio no supe que responder a la invitación pues no es el tipo de conferencias en las que suelo participar, mi anfitriona me menciono que les platicara un poco sobre mi proceso de estudiante y de mi adaptación como profesionista, lo que había hecho y sobre las experiencias vividas con el fin de motivar a los estudiantes, pues ella recordaba que había sido un estudiante algo “inquieto” por llamarlo de alguna manera; anotadas las indicaciones acepte y lleve a cabo la conferencia que titulé “De estudiante a profesionista; retándome a mí mismo”. Al parecer le gusto bastante a la maestra que en total repetí tres veces la conferencia, incluso en un grupo de Ingeniería Civil.
Tal vez fuera por esa experiencia que ahora los estudiantes de ANEIC Delegación ITLP me hacen una invitación para impartir una conferencia y cito a mi anfitriona de esta ocasión “sobre un tema de emprendimiento”. Aquí fue cuando de nuevo no tengo idea sobre que exponer exactamente, pues en sí, no me he considerado nunca como un emprendedor, o al menos el tipo de emprendedor que te venden en las redes sociales y medios de comunicación. Si bien es cierto que desde un temprano inicio de mi carrera me independicé y abrí mi propia empresa de servicios profesionales en Ingeniería Civil, también es cierto que no considero nada extraordinario ese logro, al menos en una primera instancia. Platicando con un par de jóvenes al parecer si les llama un poco de atención el desempeño de mi carrera, cosa que me halaga, y bueno, es así como comienzo con este somero análisis sobre emprender en un mundo de servicios profesionales.
La realidad de los egresados del sistema de educación pública, y sobre todo del sistema tecnológico, de mi generación, es que no nos prepararon para ser empresarios, ni mucho menos innovadores o emprendedores, más bien tenemos una formación obrera o de empleado, y no me mal interpreten, tuve el privilegio de contar con excelentes maestros, técnicamente muy bien calificados y la mayoría incluso sobresalientes en su materia; sin embargo ese chip de mentalidad empresarial sencillamente no fue instalado en mi generación, aun así, algunos de mis compañeros de generación han desarrollado sus propias empresas, con muchos altibajos y aprendiendo de manera empírica los retos a superar cuando un profesionista decide aventurarse por cuenta propia al mundo empresarial.
Pero antes de aventurarme al mar de los independientes tuve un par de trabajos donde pude adquirir un poco de experiencia y sobre todo seguridad en mi desempeño como profesionista. También tuve la oportunidad de participar en el sector público, así que, en honor a la verdad, mi vida profesional ha sido una mezcla de todo, empleado, funcionario, empresario, incluso catedrático.
Y creo que al igual que muchos recién egresados que deciden abrir su propia empresa lo hice con muchas dudas e incertidumbre, pero al mismo tiempo con emoción y esperanza para que lograse funcionar de la mejor manera. En retrospectiva y viendo las cosas a casi 20 años de distancia, la verdad es que para emprender no siempre es necesario una gran cantidad de dinero, por supuesto que se arriesga lo poco que se tiene en el momento, y bueno, el emprender siempre lleva consigo un riesgo, pero al igual que la mayoría de los profesionistas que dan este paso, se inicia por una empresa de servicios de su especialidad, y eso reduce los costos. De la misma forma debemos confiar en la preparación obtenida en la escuela, y si bien es cierto que no contamos con la experiencia que sobre todo nos brinde una confianza en nosotros mismos, no perdamos de vista que ofreceremos los servicios en lo que más preparados nos sentimos.
Así pues, iniciamos por lo general con una idea, una idea a poner en marcha y que se convertirá en el servicio central de nuestra empresa, pero antes de llegar a eso es importante hacer notar que siempre es mejor ir en equipo que solo, la importancia de hacer equipo, aprender a trabajar en equipo y sobre todo equipos multidisciplinarios aquí se hace notar con énfasis. De igual forma, algo que siempre se debe tener presente son las redes de trabajo, sobre todo cuando nadie te conoce, y una de las mejores redes de trabajo es el propio gremio, los colegios de profesionistas y las cámaras empresariales afines; donde encontraras esa diversidad de profesionistas multidisciplinarios para hacer equipo, y también para aprender de los mejores en los ramos que te interesa incursionar.
Entonces si partimos que un emprendedor es la persona que aplica y desarrolla una idea u oportunidad de negocio, con el apoyo de recursos, asumiendo riesgos económicos, podríamos también definir las cualidades o aptitudes que debemos cultivar en pro de desarrollar ese emprendedurismo en nosotros mismos, tales como iniciativa, adaptabilidad, capacitación continua, espíritu de superación, capacidad en toma de decisiones, capacidad de delegación de responsabilidades, buscador de soluciones y liderazgo entre otras.
Iniciemos por tanto con esa idea que se convertirá en nuestra propuesta de valor, aquello con lo que vamos generar rentabilidad, aquí no podemos intentar abarcar todo de inicio, es mejor centrarse en aquellos servicios que encontremos mayor afinidad a nuestras capacidades; definido esto debemos establecer un plan de trabajo, realista, realizable, con tiempos para invertir, tiempos para cosechar y dado las circunstancias tiempos para sumar otras propuestas de valor o cambiarlas. Con este plan podemos definir el equipo de trabajo que necesitaremos, a quiénes integrar y cuáles recursos gestionar. Toda esta idea debe mantenerse bajo un trabajo constante, con retroalimentación y adaptación continua, y por supuesto, monitoreando la rentabilidad, pues el objetivo final de toda empresa es lograr la rentabilidad.
Y aquí lo más importante, contrario a lo que te puedan vender los gurús empresariales, si bien es cierto que analizamos algunas condiciones y puntos básicos para llevar a cabo el emprendimiento de una idea, no existe una serie de reglas rígidas que te garanticen el éxito, debemos estar preparados para triunfar, pero también para replantear lo que estamos llevando a cabo, pero es importante no desanimarnos ni darnos por vencidos, al final la constancia en el trabajo es muy importante. Sobre esto les dejo una frase que me gusta mucho, no es mía, pero desafortunadamente no recuerdo al autor.
“No te preocupes por avanzar lentamente, preocúpate por mantenerte estático”
Así les puedo compartir bajo mi experiencia, que el emprender conlleva riesgos, pero también satisfacciones, siempre nos encontraremos en constante movimiento, alimentando nuestra profesión día con día, actualizándonos constantemente con los avances que cada día son más frecuentes en ingeniería, siempre con ganas de innovar y aprender, atento a las oportunidades, pues soy creyente que las oportunidades están ahí para todos nosotros, solo tenemos que estar atentos para reconocerlas, aprendamos a triunfar y también a manejar los fracasos para que no nos derroten, siempre se puede mejorar todo, no nos conformemos, busquemos la excelencia pero sobre todo busquemos eso que nos llena de inspiración.
- Fotografía en portada de Marvin Meyer en Unsplash.