A propósito de la importancia que representa el adecuado desarrollo de una inversión de infraestructura, tanto del sector privado y principalmente en el sector público, que utiliza recursos financieros y administrativos con cargo a la hacienda de todos, resulta imperioso quedar claros que los eventos que nos presentan con bombos y platillos de las “visitas de supervisión” son muchas veces otras cosas, menos lo que deben ser, al carecer del objetivo real, empero si cuestan, y mucho, pues la parafernalia que las acompaña no es gratis.
Los grandes constructores romanos, tuvieron el cuidado de documentar las obras que construían, mismas que fueron definidas por el avance de la expansión de sus dominios, lo que los llevó a la construcción de carreteras, puentes, embalses, acueductos, entre otras. Por increíble que pueda parecer, el embalse que existe en Mérida, la de España, fue construido por los romanos en el Siglo I a.C., y aún brinda servicio a la actual ciudad ¡Eso es tener calidad!
Existe un documento fechado en el año 97 d.C., en el cual el Comisionado de Aguas del Imperio Romano, Sixto Frontino, suscribió: “Ni una obra requiere mayor cuidado que aquella que debe soportar la acción del agua; por esta razón todas las partes del trabajo deben hacerse de acuerdo con las reglas del arte, que todos los obreros saben, pero pocos cumplen”. Este importante constructor y responsable de obras, de hace casi dos mil años deja en claro que aún cuando el personal obrero sea competente, la labor de la calidad y supervisión, son necesarias para garantizar que el trabajo cumpla con los requisitos y especificaciones.
Calidad
Muchos estudios han demostrado que gran parte de los problemas en las construcciones, tanto desde el punto de vista de la seguridad, como de servicio, no se deben al diseño, ni a los materiales, sino principalmente a la ejecución de la construcción y es aquí, donde radica la jerarquía y valor que tiene la supervisión de toda obra, resultando ser imprescindible para prevenir, fallos, colapsos, insuficiencias de diseño, etc.
Visitar una obra para supervisar, implica realizar actividades que van mucho más de “ir a dar una vuelta” como coloquialmente decimos.
Dependiendo de la magnitud de las obras, se debe contar con supervisores por parte del propietario, tanto internos como también externos, o ambos, pero con la suficiente experiencia para desarrollar un trabajo de calidad.
Suponiendo sin conceder, que las autoridades delegan la carga de trabajo y responsabilidad, también lo es que deben contar con información segura de que lo que se les presente en esas visitas o revisiones, corresponda a lo que en realidad está ocurriendo, y no sea puro maquillaje de cifras, datos, audio-visuales y escenarios más limpios que cuando nuevos, para hacerles creer que están avanzando “de acuerdo a lo programado” cuando en realidad lo que están haciendo es cuidar “su chamba”
Éxito.
Para desempeñar exitosamente la supervisión de una obra es necesario realizar una serie de actividades programadas, ordenadas y sistematizadas. Estas actividades deben tener una orientación principalmente preventiva para evitar trabajos que se ejecutan por más de una vez, incrementando el costo y tiempo de ejecución, y muy probablemente también, afecten la calidad y generen impactos negativos de cualquier naturaleza.
El cumplimiento de acciones preventivas tiene que orientarse a la revisión de los requisitos de ejecución de las actividades antes que estas se ejecuten, por ejemplo: revisar la calidad de los materiales, antes de utilizarlos; revisar los trazos, niveles, alineamientos, compactaciones, presiones, cargas, etc., antes y durante su utilización y desarrollo, para garantizar su adecuado funcionamiento y evitar mantenimientos a menores tiempos de los que se debe, como consecuencia de deficiencias en sus procesos de instalación.
También, son necesarias acciones de verificación, en la que se inspeccionará el trabajo ejecutado, en algunos casos de manera sistemática o en otros casos de manera selectiva. Cuando el trabajo no cumpla con los requisitos pactados, el supervisor deberá hacer uso de las acciones correctivas para cumplir con su misión dentro de la obra; sin embargo, muchas acciones correctivas no hablan de un buen supervisor, sino de una carencia de acciones preventivas y falta de ética.
Aquí radica lo fundamental para los dueños o responsables de una obra, pues no se puede comisionar “a alguien cualquiera para que supervise cualquier trabajo”, ya que, al visitar una obra, deben cerciorarse y contrastar fehacientemente que los datos que les proporcionan aquellos, verdaderamente sirvan para evaluar lo que está ocurriendo a pie de obra y no sean solamente papeles muy bonitos pero irreales.
Sustentabilidad.
Este es un asunto toral en nuestros días, pues los acuerdos internacionales suscritos a través de la Agenda para el Desarrollo Sostenible 2030, acordado por todas las partes integrantes de las Naciones Unidas, fijaron las líneas en la que todas las acciones tienen que cumplirse, para evitar impactar nuestro planeta y comprometer sus recursos, más de lo que hoy se ha hecho, y este no es un asunto menor.
La construcción de infraestructura sostenible, junto con la innovación, pueden bridar oportunidades de desarrollo a través de fuerzas económicas dinámicas y competitivas que generen empleo e ingresos, pero tienen que garantizar el uso eficiente de los recursos.
Es por esto que la infraestructura tiene que ser resiliente (resilence) a pesar de su dependencia de factores como su estado de conservación luego de terminada, la capacidad de respuesta de las autoridades para estar preparadas a emergencias y eventos de falla, pero, en primer término, tiene que ser construida cuidando prevenir todos esos eventuales impactos.
Un sistema de infraestructura que presenta fallas desde el origen y diseño, se hace notar rápidamente.
Riesgo por mediocridad.
Hemos fijado la importancia que representan tanto la calidad que todas las obras deben tener en términos de materiales, procesos y mano de obra, así como de que los proyectos a los que obedecen, tienen obligadamente que ser desarrollados bajo los principios del Desarrollo Sostenible, sin embargo, aquí nos salta a escena un grave riesgo, al cual podemos llamar “Mediocridad”
Si nuestra pretensión es la de contar con obras de Infraestructura de vanguardia, de pleno Siglo XXI, entonces tenemos que exigir a los responsables de su desarrollo, que todas ellas cumplan con esos estándares y no aceptar la mediocridad como si fuera algo normal.
Resulta inaceptable que nos quieran asombrar con los altos montos económicos de inversión, cuando no se cumplen con los mínimos requisitos del Desarrollo Sostenible, y si dicen que lo hacen, análogamente deben exhibir los documentos que lo acrediten, para que toda la ciudadanía los conozca.
Disculparse por errores de cualquier magnitud como si fuera una broma, resulta menos que aceptable dada la responsabilidad y alto precio que se pagan por ellos, y no solamente es una cuestión económica, sino que los impactos ambientales, sociales y políticos son incalculables.
Corolario.
“La calidad y sustentabilidad, siempre son contrarias a la mediocridad”
- Fotografía en portada de Clem Onojeghuo en Unsplash.