El COVID 19 presentó una serie de efectos coyunturales que afectaron y siguen haciéndolo, aunque ya en menor grado, salvo que se tengan rebrotes como está ocurriendo al momento de escribir estas líneas, en algunas partes del planeta, la dinámica de las ciudades de todo el orbe.
Desde luego, los centros históricos de las ciudades coloniales, de las ciudades históricas de la Republica y en general, de varias partes del planeta, no han sido la excepción, generándose cuestiones por demás interesantes y atípicas.
En el caso concreto de la Ciudad de Mérida Yucatán, poseedora del segundo Centro Histórico más grande de México, desde pasadas administraciones municipales se habían tenido intenciones de restringir el flujo vehicular que afecta de varias maneras negativas la permanencia, seguridad, integridad y durabilidad de las fachadas históricas, debido a la vibración que produce, amén de la contaminación por smog o gases de los escapes vehiculares, y en menor grado, afortunadamente, el impacto de vehículos en las esquinas, sobre todo en aquellos lugares en donde el ancho de vía es muy reducido.
Mucho se habló de reubicar los paraderos de camiones de transporte urbano, claro que hubo voces discordantes de todos los sectores involucrados, los camioneros y sus gremios por la afectación a su bolsillo en cuestiones de combustibles e insumos, los comerciantes del centro, porque según su parecer eso alejaría a la clientela, etc.
Una labor ardua de convencimiento en aquellas intentonas dio como resultado que al final se hiciese circular a los urbanos de manera que no tardasen más de 10 minutos o quizá menos en sus paraderos solo lo necesario para cargar pasaje y seguir su periplo, pero por aquello de las veleidades políticas, al venir el cambio de administración, llegaron también el cambio de ideas y la marcha atrás de iniciativas interesantes o bien intencionadas.
Pues resulta que el COVID 19 vino a presentar una solución al asunto, pues no admitió pretexto alguno y entonces obligó a implementar la reducción del ancho de arroyo a fin de proporcionar al peatón una mayor área de movilidad, es simpática la manera como se llevó a cabo, colocando maceteros con vegetación endémica, en ambos costados de las vías, ganando una distancia de al menos 1.50 metros, duplicando así en el menor de los casos el ancho de banqueta.
Y como medida aparejada, se lograron recorrer los paraderos a distancias insospechadas, en la mayoría de los casos, diez cuadras o más, lo cual se me hace una medida interesante toda vez que las personas tenía que caminar toda esa distancia con la ganancia en términos de salud, desde luego, debía atenderse casos especiales como personas de edad mayor y niños, pero la medida se acató sí o sí, entonces se tenía un Centro histórico en plena pandemia, con amplias áreas peatonales para regocijo y solas de los ocasionales paseantes y turistas, que disponían como nunca de la oportunidad de caminar a sus anchas literalmente hablando y detenerse para admirar la belleza de la ciudad y mercar las mercaderías que quisiesen sin el temor de ser arrollados por humanos o maquinas, la gente común, caminaba hasta su paradero refunfuñando y rumiando su suerte y la determinación arbitraria de la autoridad, más con el paso de los días se hacían a la idea y la situación empezaba a resultar más llevadera.
El Centro Histórico, como nunca antes, se observaba limpio, diáfano, libre de la mayoría de los vehículos de transporte urbano y particular, flujos reducidos de automotores, menos ruido, menos smog, muy poca o baja vibración, una oportunidad magnífica, como dijese cierto personaje de la actualidad, como anillo al dedo la situación pandémica.
Entonces ¿Qué pasó? Se perdió esa oportunidad de hacer permanente la medida, de peatonalizar el área neurálgica de la ciudad, donde converge aún la mayoría de la gente que va al Mercado Grande o al de Santiago, a Palacio de Gobierno o al Municipal, a los Barrios, o que realiza tantas y tantas actividades centralizadas o simplemente gusta de recorrer el Magnifico Centro con sus Museos y Galerías, sus Iglesias Señoriales, su Plaza Mayor y un largo etcétera.
A la fecha, se han revertido la ubicación de los paraderos acercándolos un poco más a la zona central de la ciudad, bueno, al menos allí hay una ganancia parcial. Muy pronto según se dice, las macetas canalizadoras y delimitantes se quitarán o se han movido ya en algunos sectores con la perdida de área para el peatón y la recuperación de la misma para las maquinas, y así se va diluyendo la irrepetible e histórica situación de hacer por el Centro Histórico lo que se había pretendido tanto, por tantos años y que seguramente pasará mucho pero mucho tiempo en que se tenga de nuevo tal oportunidad, estoy seguro que esto mismo se replicó en muchas partes de nuestra Republica y de otros países allende las frontera y los mares, ¡cuántos habrán visto este nicho de oportunidad y habrán sabido sacarle partido a la situación?, espero que muchos, espero que se haya sabido aprovechar la coyuntura y tomado medidas permanentes en pro de áreas tan importantes como los perímetros protegidos de las ciudades históricas, al tiempo…es cuanto por hoy gentiles amigos, espero pronto platicarles de otros temas enfocados a la preservación y conservación del Patrimonio edificado.
- Fotografía “Reducción del arroyo vehicular, ganancia para el peatón, Centro Histórico, Mérida Yucatán” Fuente: formalprision.com.
- Fotografía en portada “Calle típica del Centro Histórico, Mérida Yucatán” Fuente: archivo personal del Ing. Magdiel Cen.