La aportación al desarrollo económico para la modernización o establecimiento de nuevos polos de crecimiento en las ciudades, cuenta hoy en día con el aprovechamiento de la industria aeronáutica, ya que actualmente el Aeropuerto como tradicionalmente lo conocemos, está siendo un catalizador que incentiva y revoluciona el crecimiento de las nuevas ciudades.

Implantar hoy una infraestructura aeroportuaria, implica que un medio semi-rural o de periferia urbana, se transforme en urbano en forma acelerada y dinámica, incluyendo en sí mismo todos los conflictos de intereses inherentes a la problemática urbana.

El aeropuerto debe tener control sobre el desarrollo urbano de su entorno, al mismo tiempo que debe diseñarse con el objetivo de protegerlo y de minimizar los impactos negativos que pueda originar la actividad aérea a la sustentabilidad.

En este sentido, el criterio para una nueva ciudad aeropuerto, a través de un emprendimiento urbano global, puede contribuir a la mejora de la calidad de vida y de operación aeronáutica de manera conjunta.

La gestión conjunta del aeropuerto con todos los actores políticos en sus tres niveles de gobierno, relacionados con el desarrollo urbano, con los desarrolladores inmobiliarios, con los operadores de equipamientos comerciales, con los operadores del transporte público, entre otros, permite un criterio de planificación eficiente que garantice el éxito del proyecto y su rentabilidad social.

Tiene que garantizarse que las evaluaciones, factibilidades y estudios sobre la implantación o crecimiento de un aeropuerto, se realicen integralmente, a fin de tener la certeza de que su impacto urbano ambiental y todo lo relativo al aeroportuario se realicen integralmente, es decir se tienen que considerar de manera conjunta, no pueden separarse.

Es necesario entonces comprender, que la instalación o el desarrollo de un aeropuerto debe ser considerado desde las condicionantes más críticas de origen, apoyándose mediante un punto de vista externo calificado y autónomo, así como todas las relacionadas con las propias e inherentes de la actividad del aeropuerto, mediante una metodología inclusiva, completa, entendiendo el caso como un fenómeno territorial y urbano integral.

Esta visión necesita además de una mirada transversal y multidisciplinaria, es decir, de la participación de todos los actores que hoy están envueltos en el desarrollo urbano en general, transparentando en todo momento todos los estudios y procesos que se desarrollen.

El modelo de aeropuerto “per se”, ya no representa más una infraestructura establecida solamente para la industria aeronáutica y su condición de transporte, sino que constituye un hecho urbanístico de complejos alcances económicos, productivos, sociales, estratégicos y logísticos.

En este sentido y con estos criterios, es como la planificación metodológica, técnica y social, representan un medio fundamental para poder articular toda la complejidad que existiera, modernizando los mecanismos de la planificación territorial y su entorno para establecer un verdadero equilibrio aeropuerto-ciudad.

Sin lugar a duda, los aeropuertos constituyen infraestructuras valiosas, especialmente para la economía de las regiones en donde se encuentren establecidos y su éxito se basa en la capacidad de respuesta como resultado a una inteligente planificación, diseño, tamaño y plan de negocio para aprovechar con una adecuada planeación no solo el movimiento de pasajeros sino también de manera complementaria, y seguramente en mayor escala el intercambio de mercancías y servicios, que puedan convertirlos en verdaderos centros de distribución (Hub) desde donde se pueda tener acceso a todo el mundo.

Como vemos, los nuevos aeropuertos, establecen actualmente áreas para funciones que hasta ahora no se habían incluido en el predio aeroportuario, pero que comenzaban a acercarse de manera tímida y espontanea de forma estratégica a los aeropuertos, aprovechando sus buenas condiciones de conectividad.

Entre ellos podemos citar hoteles, centros de convenciones, edificios de oficinas, plazas comerciales (shopping centers), centros de capacitación y enseñanza, centros de logística y tecnología y centros médicos de excelencia, entre otros que hoy pueden formar parte del programa de funcionamiento integral de un aeropuerto.

De esta manera, el espacio aeroportuario de transforma en un espacio de desarrollo económico a través de su infraestructura de impacto regional en virtud de los alcances territoriales del mismo.

Estas nuevas funcionalidades de las ciudades aeropuerto, inciden naturalmente en la transformación de lo que se entiende por aeropuerto y en todos los componentes del mismo, principalmente en las terminales de pasajeros.

Queda claro que el diseño de un aeropuerto ya no se considera solamente como una infraestructura del negocio aéreo, sino se constituye como un elemento desarrollador urbano, con serias implicancias económicas, productivas y sociales en un entorno determinado, pues es lo que constituye el punto neurálgico del proyecto.

La razón de estas nuevas ciudades aeropuerto, incluyen la realización de un espacio que además de resolver la problemática aeronáutica, posea las mismas características que cualquier porción de ciudad actual: densidad, accesibilidad, servicios, entorno urbano, con estructuras cambiantes que avancen del mismo modo que lo hace la ciudad.

Actualmente los aeropuertos demandan una movilidad mayor que en sus orígenes, dada la diversidad de actividades que se despliegan en su predio, funciones que se expanden día a día. Esta movilidad ya no se trata solo de pasajeros, sino que la gran afluencia de empleados fijos necesita de otros modos de acceso y transporte para poder procesarlos.

Esto implica implementar, redimensionar y gestionar la red de transporte y redefinir los destinos de las redes regionales, puesto que esta afluencia no solamente llega al aeropuerto desde cualquier punto de la ciudad como el pasajero común, sino que parten desde puntos dispersos del entorno para desarrollar sus actividades a este nuevo centro sub urbano.

En algunos aeropuertos del mundo que viven y gestionan ya este tipo de nuevos aeropuertos, se ha llegado a que sea el mismo aeropuerto, quien resuelva una red de transporte regional para poder satisfacer la demanda de sus empleados.

Este es el modelo de un aeropuerto contemporáneo, que se considera como una instalación que actúa como intercambiador en un sistema multimodal.

Inclusive el llamado edificio principal, pasó de considerarse “terminal” a considerarse como un intercambiador, tanto dentro del mismo sistema de transporte o como elemento de interrelación y conexión entre sistemas no necesariamente aeronáuticos.

No podemos soslayar igualmente que, en varias ciudades y en todo el mundo, existen en ocasiones más de un aeropuerto, lo que ha ayudado a seleccionar o clasificar el tipo de actividades que puedan desarrollar individualmente o como complementarios uno de los otros.

Aquí es en donde se origina una disyuntiva para el único aeropuerto con el que cuenta nuestra ciudad, y considerando que ya no se cuenta con terreno suficiente para construir otro, tal vez, si prospera la propuesta de construir otro, aún siendo de un particular, se tiene que argumentar fehacientemente que el actual, ni cumple ni es operativo, dados sus volúmenes de carga y pasajeros, porque la sola manifestación de que derribando la barda perimetral del mismo, transformará como por arte de magia todo el entorno, no es ni medianamente creíble ni aceptable.

La solución de la problemática del entorno del actual aeropuerto va mucho más allá de solamente derribar la barda, así como también, debe quedar claro si el desarrollo propuesto para construir otro aeropuerto,  se encuentra dentro del Plan Estatal de Desarrollo autorizado, puesto que introducir o llevar los servicios aún siendo solamente las líneas troncales, viales, etc., tendrán un costo determinado a lo que debemos agregar los que le corresponderán al Municipio en donde se emplace, pues es a aquel a quien le corresponderá la gestión de basura, residuos, transporte, seguridad, salud, etc.

Una inversión de esa magnitud no es un asunto menor, como tampoco es algo que deje de ser atractivo para las autoridades, pero realmente, lo que debe ponerse sobre la mesa y a vista de todos, es la respuesta de las autoridades para saber si tendremos los recursos para invertir en lo que le corresponde a las mismas, cuál sería el método, el monto, plazo y los alcances para lograr el objetivo.

Es menester apoyar la construcción de nuevas y modernas infraestructuras que contribuirán a lograr mejores niveles de desarrollo sustentable, sin perder de vista, que igualmente, generan otro tipo de conductas que obedecen a la movilidad que las mismas generan, al impulsarse los empleos y la atracción que representa esta circunstancia para gente de todas partes que será atraída por lo mismo, así que deben realizarse los estudios suficientes que nos proporcionen las acciones de mitigación de esos impactos.

Corolario.

“La instalación de cualquier infraestructura, siempre tiene que ser de beneficio para el desarrollo sustentable de una región”

  • Fotografía en portada de Yousef Alfuhigi a través de Unsplash.