Los adelantos científicos y tecnológicos actuales han venido a presentar un escenario que dista de considerar la realidad para la mayoría de todos los habitantes de nuestro país en sus tres diferentes niveles (municipal, estatal y federal). Más allá de los miles de pantallas y computadoras portátiles que fueron obsequiadas bajo cualquier argumento, pero sobre todo, con el de poner en comunicación “en tiempo real” a la población, encontramos que para poder lograrlo, necesitaremos una señal de “wifi” abierta o un plan de datos para poder navegar por un lado, mientras que por el otro, solamente se puede contar con las señales abiertas de televisión o inscribirse a un sistema privado de transmisiones.

Lo anterior nos sirve para establecer que las recomendaciones que se hacen a través de las diferentes plataformas y medios, así como la radio tradicional, solo nos sirven para enterarnos la mayor parte de las veces, que existen opiniones muy elaboradas o más bien dirigidas, bajo un cuidadoso manejo de mercado a quienes se desea influir, para darles a conocer lo que posicione mejor a quienes andan explotando sus posiciones o proponiéndose para futuras contiendas electorales.

Las medidas de precaución que debemos de estar cumpliendo, más allá de la prudencia e higiene mínima que siempre debemos haber seguido, solamente deberían confirmar lo importante como imprescindibles que son los buenos hábitos, a lo que agregaremos las indicaciones de sanidad para la pandemia que hoy nos ataca.

Lo que tenemos que atender y recuperar, es que éstos momentos, nos brindan la ocasión para desempolvar aquellos libros que alguna vez hojeamos o escuchamos de ellos y que hoy para sacarle provecho al tiempo disponible, bien podemos atrevernos a leer con detenimiento y de manera especial, me refiero a los que nos hagan detenernos a reflexionar y pensar sobre el universo en general, es decir los que nos hablan sobre filosofía.

La filosofía coloquialmente la podemos describir, como el amor a la sabiduría a través de  argumentos. Muchos de los más importantes filósofos fueron científicos, teólogos o políticos y aún hoy son motivo de estudio sus planteamientos. Dado lo anterior, en estos tiempos nos viene muy bien la cuarentena recomendada, pues nos invita a reflexionar acerca del sitio en donde nos encontramos, sobre lo que hemos hecho y hacia donde debemos enfocarnos para tomar el rumbo una vez transcurrido este refugio.

Desde esa perspectiva y en el campo de la infraestructura, es importante destacar que la contingencia va más allá del debido cuidado y guarda a que ha lugar, puesto que la capacidad del sector se encuentra en los elementos que lo componen, es algo casi holístico, es decir, se considera ese algo como un todo, pues es una industria que funciona como la suma de todas sus partes.

Esto puede ejemplificarse como una cadena en la cual participan los tres sectores de la economía: el sector primario (extracción de materias primas), el sector secundario (la manufactura de las anteriores) y el sector terciario (que ofrece comercio, servicios, turismo, servicios financieros, etc.) y es aquí en donde se corre un gran riesgo.

Ante la ya conocida y estrepitosa caída de la inversión en obra pública, la fragilidad que la industria de la construcción enfrentará será mayor a lo estimado, más allá del máximo crecimiento estimado de la economía del país (1.00%), por lo que es menester que la autoridad se aplique en encontrar los mecanismos de apoyo a una de las principales ramas industriales, la  que proporciona una derrama económica a casi 45 diferentes ramas de la economía.

Poniendo en perspectiva lo anterior, nos damos cuenta que mantener una empresa de este ramo podría dividirse, tal como recomiendan en los medios, haciendo trabajo en casa (lo que se pueda) pero el personal que se necesita tener “a pie de obra”, es en dónde estriba el mayor problema, pues desde sus desplazamientos para llegar a la misma, en transportes que representan riesgos de contagio, la muy probable falta de suministros al interrumpirse las cadenas logísticas y de producción merecen, un trato especial.

Más allá de los ofrecimientos de reducciones de impuestos o diferimiento de pagos o créditos que finalmente habrán de pagarse en tiempo y manera, debemos conocer cuál será el plan económico para apuntalar este importante sector, no solamente en el corto, ni en el mediano plazo sino más bien en el plazo mínimo necesario en tanto el mercado llega a restablecerse.

La mejor manera de incentivar el crecimiento es con inversión, por lo que invertir para conseguir el crecimiento y la recuperación del país y toda su planta productiva, es tarea que debe ocuparnos ahora y no aplicar la expresión latina adjudicada al poeta romano Horacio:“Carpe díem”.

La traducción de esta refiere a “aprovechar el día” pero el sentido que debemos darle y considerar, es en no pensar vivir cada día como si fuera el último, sino muy por el contrario, debemos tomarlo para hacer lo expuesto líneas arriba, es decir, evaluar para el futuro lo que hemos hecho (bien o mal), lo que debemos hacer y cómo lo tenemos que hacer, en pocas palabras, definir el rumbo a seguir.

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